domingo, 5 de julio de 2015

Libros y sushi - Diario de una histaminósica perdía

Como esto va para largo, mi madre me (nos) ha comprado tres libros. El que me había traído (Anaconda, de Vázquez Figueroa) estaba a punto de acabármelo cuando llegué. Es el segundo que me leía de este autor y me ha gustado bastante, porque es como viajar por Sudamérica y África sin moverte del sillón. Y con la frustración que tengo por haber tenido que rechazar tres ofertas de trabajo de biología (en Bolivia, Paraguay y las islas griegas) al menos tengo la sensación de conocer un poco los lugares donde donde este señor había estado.

Mi madre pidió más títulos de Vázquez Figueroa y me trajo "Coltán" y "El último tuareg", con la grata sorpresa de que este escritor sigue en activo, escribiendo sobre temas de actualidad. Me encantan sus ideas certeras, críticas y políticamente incorrectas, sus reflexiones sobre la actualidad y la sociedad, y la manera en la que te traslada a los lugares con muy pocas palabras.

Sin embargo, "Coltán" me ha desilusionado un poco. Esperaba una trama un poco más compleja, no tan previsible y, sobre todo, que me contara algo que yo no supiera. Su libro "Manaos" (que me leí el mes pasado) sin embargo me gustó mucho más, hablando sobre la problemática de la recolección de látex en el Amazonas y las mafias brasileñas a finales del siglo XIX.

Además de los libros de Vázquez Figueroa, mi madre me trajo una novela de misterio sueca, que le recomendó el librero. Lo empecé ayer y voy por la mitad. Es muy entretenido, el cambio de aire es radical en el sentido de que las descripciones son as detalladas, con un toque de humor en las metáforas que dista de ser cansino. La típica historia de un asesinato que investigan dos policías en un pequeño pueblo donde casi todos se conocen y tienen cosas que ocultar. O no... y situado en el norte rural de Suecia, lo que no deja de ser muy original y alivia un poco estos calores





Además, por ser domingo, quisimos hacer algo especial y mi madre se acercó a un restaurante japonés para ver si podían hacer un sushi sin nada de lo que me da alergia: sésamo, wasabi (suele llevar harina como espesante) salsas, mayonesa, zanahoria, palitos de cangrejo (hechos de almidón siempre y además es una engañifa que te hagan sushi con eso) y con salsa de soja sin gluten.

¡Y lo encontró! Sushi de dorada y makis de salmón, atún y pepino. Después de comer tantos días arroz duro y filetes tiesos al microondas (que no sé cuántos años les ponen para cocinarlos) me sentía a gusto comiendo.

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