-Mamá, ¿hay piscina en el hospital?
Cuando vi la previsión del tiempo de esta semana no pude evitar pensar en que iba a necesitar una piscina para sobrevivir en Madrid.
El lunes vine para ver un nuevo internista que siga investigando la causa de mis casi cinco meses de fiebre ininterrumpida y demás problemas que vengo sufriendo y que no me permiten llevar una vida más o menos normal (al menos todo lo normal que puedo dentro de mis anormalidades, jejeje)
Yo pensaba que iba a venir a Madrid unicamente a una consulta, pero el médico, un poco más comunicativo que el de Badajoz, decidió ingresarme, sugiriendo pruebas complementarias que aún no me habían hecho.
La noticia nos cayó como una jarra de agua fría. No se nos había pasado por la cabeza esa posibilidad. En Madrid, sin una muda, ni cepillo de dientes, ni comida de la mía. Así que hubo que explorar rápidamente el centro comercial para comprar un pijama nuevo para no andar medio desnuda con ese camisón raído que te dan, una muda, buscar algo parecido a pan que pudiera comer (sin éxito) y algo de higiene personal.
Yo pensaba que iba a venir a Madrid a un hospital grande. Pero no. Es más pequeño que la clínica de Badajoz (Clideba) y encima no tienen cocina. Cuando me quejo de la comida me entero de que no hay ningún hospital en Madrid con cocina: todos son atendidos por caterings ya que se han externalizado los servicios.
Y como la jefa de cocina no se fía de que me hagan bien la comida en el catering, y aquí solo hay microondas, pues toda mi comida está hecha al microondas: filetes y latas recalentadas de guisantes y champiñones. Y un arroz vaporizado más duro que si fuera alpiste. Comida DESNUDA en todos los sentidos.
Nunca pensé que diría esto, pero: echo de menos la comida de Clideba
Espero estar aquí poco tiempo...
Pero is going to be that not.
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