domingo, 20 de diciembre de 2009



Puedo volver ,
Puedo callar
Puedo forzar la realidad
Puedo doler
Puedo arrasar
Puedo sentir que no doy mas
Puedo escurrir
Puedo pasar
Puedo fingir que me da igual
Puedo incidir
Puedo escapar
Puedo partirme y negociar la otra mitad

Puedo romper
Puedo olvidar
Puede comerme la ansiedad
Puedo salir
Puedo girar
Puedo ser fácil de engañar
Puedo joder
Puedo encantar
Puedo llamarte sin hablar
Puedo vencer
Puedo palmar
Puedo saber que sin vosotros puede más

Puede ser que mañana esconda mi voz,
Por hacerlo a mi manera
Hay tanto idiota ahí fuera
Puede ser que haga de la rabia mi flor,
y con ella mi bandera
Sálvese quien pueda

Puedo torcer
Puedo lanzar
Puedo perderme en la obviedad
Puedo servir
Puedo cansar
Puedo saber que sin vosotros puede más

Puede ser que mañana esconda mi voz,
Por hacerlo a mi manera
Hay tanto idiota ahí fuera
Puede ser que haga de la rabia mi flor,
y con ella mi bandera
Sálvese quien pueda

Puedo, torcer, lanzar, perderme en la obviedad,
sentir, cansar, saber que sin vosotros puede más

Puede ser que mañana esconda mi voz,
Por hacerlo a mi manera
Hay tanto idiota ahí fuera
Puede ser que haga de la rabia mi flor,
y con ella mi bandera
Sálvese quien pueda

Curso de Buceo en Almuñecar - PRIMERA ESTRELLA

En Noviembre - ¡por fin!- me he sacado mi primera estrella. Soy PADI... qué fuerte!



El lunes y el martes estuvimos dando clases teóricas, y el finde ya estuvimos de prácticas. La mala suerte me acompañó, porque el jueves, día de San Alberto y fiesta Universitaria obligada, estuve en casita, con fiebre. Me había resfriado, y por poco no puedo hacer las prácticas.

El viernes me tuve que levantar a las 5 de la mañana, cuando aún no están puestas las calles, para poder coger el bus de las 7 a Almuñecar. A las 6:15 bajo a la calle para encontrarme con mis otros compañeros del curso, para coger entre los tres un taxi que nos llevara a la estación, ya que está en el quinto pino y tampoco están puestos los autobuses a esas horas. El viaje se me hizo bastante largo, con paradas cada dos por tres en todos los pueblecico, aunque me hizo ilusión cuando paró en Armilla. Ver otra vez la calle mayor después de tantísimo tiempo, casi como si no hubiera pasado tiempo desde que yo viví allí, me recordó que durante dos o tres años después de trasladarme a Badajoz solía soñar con que volvía y que había cambiado todo y no podía reconocerlo. Pero no. 

Alrededor de las 8 y media llegamos a la estación de Almuñecar. Mientras esperábamos en un bar, llegó Jorge, nuestro instructor y el dueño del club de buceo. Como cosa especial, nos prestaba él el equipo, ya que éramos tan pocos, en vez de tenérselo que alquilar nosotros al CUGAS y todo el rollo de llevar la bolsa en el autobús y esas cosas. 

Empezamos por aprender las partes del equipo, a montarlo y a hacer todas las comprobaciones necesarias. Al fin y al cabo, una tontería en este asunto puede significar que no puedas respirar, y eso puede costarte caro. 
 
Luego, al agua. La primera inmersión no es muy emocionante, pero es necesaria. Al principio puede parecer nuevo el respirar por el regulador, pero si estás acostumbrado a hacer apnea, no es muy diferente. Mis compañeros, Moncho y Javi, decían que les apetecía respirar por la nariz, y entonces se le pegaba la máscara a la cara. Lógico...

Después, cambiar la botella y al agua de nuevo. EL agua no estaba muy fría, alrededor de 17 grados, pero aun así pasé frío, porque el traje me estaba grande (a pesar de ser la talla más pequeña) y había corrientes de agua continuas por dentro del neopreno, y además, fueron ejercicios básicos, con lo cual, no nos movimos mucho. Al final de esta segunda inmersión dimos una vueltecita por la playa, a unos 6 o 7 metros, para practicar la flotabilidad y ver lo bueno de bucear. 



Esta soy yo, la de las gafas naranjas, 
que eran las de la hija del monitor, 
porque las demás me estaban grandes...


Mantener una buena flotabilidad neutra (es decir, estar aproximadamente ingrávido) es esencial, para no levantar fondo y revolverlo todo, y para poder moverte libremente entre los obstáculos sin lesionarte y sin estropear todo. Esto se consigue manejando las diferentes válvulas de escape de aire del chaleco, la tráquea (que sirve para llenarlo o vaciarlo rápidamente) las aletas y coordinando tu propia respiración con tus propios movimientos, ya que al inspirar, se te llenan los pulmones, y flotas más.

También aprendimos a compensar la presión en los oídos, lo cual a mí me costó bastante, no porque sea difícil, sino por la congestión de elefante que tenía. Cuando lo conseguí, empecé a disfrutar de verdad. Los cardúmenes de peces pasaban sobre nosotros, o a nuestro alrededor, soltando destellos plateados. Vi un montón de gobios de todos los tipos y colores, poliquetos, pólipos, y hasta un tunicado. Jorge nos llevó a ver también una anémona preciosa, pedunculada, de color blanco brillante, que crecía en el medio de una explanada de arena, al contrario que el resto de anémonas que habíamos visto hasta el momento, de color ocre con las puntas violetas que crecían entre las piedras.

En un momento determinado, cuando estaba luchando por ascender y no chocarme con una roca, me hundí demasiado. Como estábamos avanzando ayudados también de las manos sobre las piedras, mi reflejo fue ponerlas para no llegar hasta el fondo. Cuando sentí una consistencia gelatinosa la aparté rápidamente. No podía mirar hacia abajo, porque el traje y las gafas te limitan mucho el campo de visión, pero cuando alcé la mano vi que tenía tres o cuatro tentáculos pegados a ella, con las puntas moradas. Me dio lástima de la pobre anémona, pero al salir del agua aquello me enseño que los guantes no eran una parte prescindible del equipo. 

Cuando te pica una anémona o una medusa, no debes mojarte la picadura con agua dulce. Primero hay que aplicar una pomada de corticoides o que tenga vinagre, como Afterbite o similares, y esperar que se seque. 



Al día siguiente, salimos con el barco. Nos acompañaban Juandi y Pablete. Paramos en la calita de Marina del Este, desde donde pescaban varios pescadores desde lo alto de los acantilados. Bajo ellos, vi lo que parecían señuelos. 

-¡Un pingüino! -dijo Moncho.

Se trataba de una pareja de alcas comunes, que descansaban sobre la superficie del agua, sorprendentemente brillantes.

Yo dudaba que pudiera meterme en el agua, pues mi catarro había empeorado bastante, y sentía que mi cerebro estaba sumergido en una sopa de mocos. Al final bajé. Me coloqué bien el chaleco, inflado a tope, me puse la máscara y la sujeté junto al regulador en el momento en el que Juandi me subía los tobillos para tirarme al agua. Cerré los ojos y esperé unos interminables segundos a que todo dejara de dar vueltas y mi jacket me sacara a flote. Pero algo más se unió a la angustia de la entrada en el agua helada. ¡No podía respirar! Mi regulador apenas me proporcionaba aire...


Cuando saqué la cabeza levanté asustada los brazos y busqué el barco, que estaba a unos tres o cuatro metros, no más, donde Pablete y Juandi se afanaban en prepararse para tirarse ellos también. Resulta que yo había abierto la botella en el centro de buceo, al igual que en las otras inmersiones, para llevar los equipos a nado hasta el barco, y luego Pablete, al ver que estaba abierta, me la había cerrado en el barco. Yo, creyendo que ya estaba abierta, no volví a comprobarlo. 

Pero ya he aprendido que hay que comprobarlo todo antes  de la inmersión, y también justo antes de meterte en el agua. 

En esa inmersión, mi pareja fue Juandi, que cuidó de mí mientras  yo trataba de compensar inútilmente. En ese momento viví y comprendí los riesgos de meterse en el agua congestionada. A unos dos o tres metros de profundidad, tenía que intentar compensar cada menos de medio metro, calculado en el cabo del ancla, del que no me despegaba. En uno de los intentos, todo a mi alrededor empezó a darme vueltas. Se me habían compensado los tímpanos a velocidades distintas, y eso afectó a mi equilibrio. De repente me solté de la cuerda y sentí que caía al vacío, como una piedra. Me asusté, pero no era capaz de moverme, ni de agarrar el cabo. Estaba como borracha.

Todo se acabó cuando sentí que Juandi me cogía y me sacaba hacia arriba.


Pensé que en ese momento todo había acabado, que me mandaría al barco y me tocaría pasar la siguiente hora helada y mareada, mirando la inmensidad del mar. Pero Juandi se apiadó de mí y me hizo bajar más despacio, con tranquilidad, ya que la botella nos duraba más que a mis compañeros, a mí por ser mujer, y a él por ser un buzo experimentado.

Esta vez me costó mucho menos bajar. Cuando estábamos abajo, hizo una señal a los demás, que empezaron a bajar, y comenzamos el recorrido. Estábamos en Marina del Este, y la visibilidad era inigualable, a parte de que el mar estaba como un plato. Disfruté como una enana, viendo Astroides calycularis y Parazoanthus axinellae, además de bogas, castañuelas, fredis... Al final, Pablo me llamó y me enseñó una mota de colores fosforitos: era un nudibranquio, de unos dos milímetros. 



Aún no sé la especie, ya la pondré. Luego, subimos a unos 5 metros, agarrados al cabo del ancla, para hacer una parada de seguridad. Mientras estábamos allí, vi dos rastros blancos que nos rodeaban y desaparecían entre las rocas. ¡Se trataba de la pareja de alcas que habíamos visto al llegar, y estaban pescando!

Un buen final para una inmersión agitada, pero de la que he disfrutado al completo.




Al llegar al curso de buceo, la última clase teórica y el examen. Tras esto, Jorge nos rellenó nuestros certificados y nuestros LogBook (Diarios de Buceo) para certificar nuestras inmersiones, y ¡a disfrutar!


viernes, 4 de diciembre de 2009

PLANET 51 - LO MALO DEL CINE ESPAÑOL Y LO MALO DEL AMERICANO


Después de tres meses saturados por anuncios, cabeceras de programas y noticias ciertamente exageradas acerca de la calidad y el éxito que iba a tener, la semana pasada aterrizó en nuestros cines PLANET 51, una producción semi española con maneras americanas y aires de grandeza.

Pero la verdad es otra muy distinta. Casi me arrepiento de los 5 € que me gasté en el cine este miércoles(muchas tapas se pueden tomar por 5 leuros). Vale que es una película para niños. Vale. Vale que es una película para las vacaciones. Vale. Pero todo tiene un límite.

La historia (pésima, demasiado cuajada de típicos tópicos que no innovan y que ni siquiera están bien hilados) no tiene nada de fuerza por sí misma, por lo que me ha dado la "mera impresión" de que para que el ritmo no decaiga, la han fumigado con persecuciones, tiroteos y explosiones de manera casi aleatoria, dando lugar a secuencias asfixiantes y agotadoras, y a largos y aburridos impass que daban ganas de levantarse de la butaca para ir al servicio o a fumarse un pitillo. El guión, y el hilado de los diálogos... bueno, digamos que hay cosas mejores con las que limpiarse el culo. 
Las bromas y los guiños están metidos con calzador, apegotonados incluso, y por supuesto, no resultan lógicos ni naturales, perdiendo por completo la gracia que se supone que deberían tener. En la animación, por mucho que parezca, da la impresión de que también se han quedado cortos de presupuesto, porque evidentemente no les ha llegado para animar algunos de los fondos y entornos en los que desarrolla la acción. ¿Pensaban que los niños no se darían cuenta de que la mitad de los personajes de la plaza están plantados mientras el traveling sigue al alien-protagonista, o de que los padres aliens están completamente "estatuificados" mientras el niño-alien habla con el astronauta? Señores, que son niños, no estúpidos. Ni siquera es original que sean verdes y de piel lisa, con cuernitos. En mi opinión, una película debe innovar, aunque las ideas no sean nuevas (eso es lo de menos); como leí una vez, el éxito a veces reside en lo nuevo-viejo y en lo viejo-nuevo. Pero lo nuevo-nuevo es demasiado lejano, y lo viejo-viejo desmasiado visto.

Si querían hacer una película sobre igualdad entre "formas de vida", creo que al menos deberían haber incluído algunas diferencias entre ellos y nosotros, como costumbres, métodos... no basta con palomitas y magdalenas de colores flotantes, y creo que para tramsmitir ese valor no es necesario hacerlo de manera tan burda(es decir, haciendo calcos humanos de color verde). No hay que olvidar el importante papel que tienen las películas en la educación y la concienciación de la población. Cada detalle es vital.

Aunque intente transmitir valores de igualdad y respeto por el otro (casi únicamente en la moralina final) no lo consigue con las historia en general; debería formar una unidad, y cada detalle, de manera independiente, debería hacerlo con la misma fuerza, y no transmitirse suelta e independiente del resto, como ocurre aquí, pues parece más propaganda sensiblera que otra cosa.
Volviendo al asunto de los detalles, puedo poner el ejemplo la escena en la que el robot aplasta una lagartija y la mata explícitamente (pues no vuelve a salir, no se resuelve posteriormente) para quedarse con la roca en la que vive el animal. Pues bien, esto transmite a los niños que lo vean (y a los no tan niños)  que el respeto por la vida y por el otro (justo el valor que da la senasación que quere enseñar esta película) no es algo a tener en cuenta. Formalemnte, esto se podría haber solucionado con un pequeño cambio en el guión, por ejemplo resucitando a la lagartija o, si no queda más remedio, lanzarla lejos, estilo Warner-Bros. No creo que, en nigún caso, sea una buena idea espachurrarla con brutalidad y saña como realmente ocurre en la película, pues, a parte de todo lo dicho, también puede herir las sensibilidades de algunos niños.


Podéis llamarme exagerada si queréis, pero creo que se puede entrever un cierto aspecto machista (quizás inducido por el ambiente cincuentero de la película) al vestir a las chicas-alien con falda y, sin embargo, dejar a los chicos-alien llevar las piernas al aire. Además, el papel de la chica es demasiado light por decir algo, por mucho que sea un secundario y queiran dotarla del componente "chica luchadora" al incluirla en el grupo de los hippies-aliens; y el papel del astronauta, demasaido forzado, pero como en nigún momento se plantea que sea una actitud que no lleva a ninguna parte, tengo mis serias dudas de que la prepotencia que ostenta sea tan explícita para intentar ridiculizarla.

En definitiva, no vayan a verla. Hay mucho cine mejor, y las economías no están para despilfarrar en una hora y media de aburrimiento y mala educación.

CALIFICACIÓN: para ningún público.
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