viernes, 31 de agosto de 2012

Diario de Viajes. Comarca de Aravalle I. Casas del Abad y Barco de Ávila.

Este verano, con tanto trabajo, el cuerpo nos pedía un bueno descanso, para desconectar de bodas, novios, repertorios y preocupaciones varias. Que esto, aunque no lo parezca, termina pasando factura... y el estrés a mí no me conviene nada, nadita, nada. 

Así que, recordando los campamentos de nuestra infancia en Gredos y aledaños, elegimos la Comarca de Aravalle, de la que guardábamos muy buenos recuerdos. Además, nos había entrado envidia de que mis padres se habían ido al campamento Scout muy cerca, en Hoyos del Espino. 

Grupo Fight&Pray
Koré Eventos Musicales
Tras la boda gospel del sábado (boda muy complicada por la logística de ensayar y mover tantas personas juntas, y el equipo de sonido necesario), pelearme con una larga faringitis durante varias semanas (ey, tiene mérito, que no puedo tomar medicamentos ningunos, y mi sistema inmune es una caca, así que a base de calditos y paracetamol se me fue quitando. Ah, y guardando silencio los días más graves, escribiendo en una pizarrita si quería hablar...), preparar el equipaje y hacer algunas compras el lunes por la mañana, nos encaminamos hacia el norte. 

Cuando llevábamos como media hora de viaje, me llamó mi madre. Se me había olvidado lo más importante: la neverita con la mayoría de mi comida especial. Gracias a que tengo un papá muy bueno que salió de casa a nuestro encuentro no me quedé sin ella. 

Pero el olvido nos retrasó un montón, y llegamos a la casita rural cerca de las dos de la madrugada. Mugen iba bien (tras sus años mozos en orquestas verbeneras, está acostumbrado a conducir de noche), pero solo yo sabía a dónde íbamos. Cuando dejamos la N110 que va a Barco de Ávila, para entrar en una carreterita que casi se desmoronaba en medio de la oscuridad, se puso un poco tenso. "¿Pero a dónde nos has traído?"

Le dejo solo y ¡hala!
No se pueden juntar
un físico y una pizarra.
La casita rural era una preciosa y nueva casa en un pueblo muy, pero que muy pequeño, Casas del Abad. Justo al otro lado del valle, enfrente de Solana de Ávila. Cuando entramos poniendo la contraseña en la cerradura electrónica, se quedó un poco aturullado. Era muy amplia, y muy ikeística, la verdad. Pero muy cómoda.

Cuando vio la sorpresa en la pared pintable (una frase que yo le había pedido al dueño que dejara escrita antes de que llegáramos) se relajó por fin. No todos los días se celebran 50+1 meses juntos. Luego, explorar la casa y descubrir los detalles uno por uno, como la lámpara de colores que había sobre la cama, que variaba el color de la luz según quisieras, o el gran jacuzzi para dos con sales de baño y velitas perfumadas. Pensamos que un edredón nórdico, en agosto, era una barbaridad. Pero ni una sola noche nos sobró. A 1100m, la temperatura en verano no es la que acostumbramos a tener en Badajoz.

A la mañana siguiente, salimos a explorar el entorno. El pueblo era tan pequeño, que no había ni un comercio, ni un bar, sólo casitas. Y un porrón de casitas rurales. La tranquilidad se respiraba por todas partes. La fuente, en la plaza, acompañaba las conversaciones de los viejos del pueblo sentados a la sombra con sus gorras y sus bastones, con sus chanzas y sus comentarios de todos los días. Según la web del ayuntamiento de Umbrías (capital del municipio) en Casas del Abad hay 30 habitantes, aunque en verano las cifras pueden llegar a triplicarse.

En las afueras también había tranquilidad. En los prados las pacas de heno esperaban a ser recogidas, mientras las mariposas revoloteaban a la sombra de los robles. El río serpenteaba bajo los puentes, invitándonos a probar sus aguas heladas. El bosque de galería, compuesto por alisos (Alnus glutinosa), abedules (Betula alba) y avellanos (Corylus avellano), hervía de aves, ruiseñores bastardos, chochines, y hasta una collalba blanca vimos. Las mariposas y las abejas se afanaban en la primavera de Gredos, ya que hasta el verano no tienen buenas temperaturas para florecer. Mientras que abajo hace meses que las retamas y las Cytisus han echado los frutos, aquí nos encontramos muchas en flor, así como las zarzamoras o la dedaleras.


Por la tarde vimos que llegaba una camión a la placita. Preguntamos qué era, y nos dijeron que venían a vender. Así que nos acercamos a ver si tenían huevos para descubrir algo que a la gente de ciudad, y no tan de ciudad, nos ha hecho gracia: un "colmado con ruedas". Tenían de casi todo, congelados, embutidos, pasta, galletas... así que nos intentamos "integrar" con la gente local que ya hacía cola para la compra. Para mi desgracia no tenía huevos (yo que quería hacerme un pan de molde al microondas, que me había llevado las harinas y los moldes...), pero conseguimos un refresco y un chorizo avilés muy buenos (sobre todo el chorizo, ¿eh?)

Después de la experiencia nos dimos otro paseíto, para disfrutar del paisaje al atardecer. Al fin estábamos en la montaña, para descansar y disfrutar de todo. ¡Estábamos de vacaciones!

Al día siguiente subimos a Barco de Ávila, a por huevos y a hacer la visita cultural de turno, además de comprar algunos regalos para la familia (un paquete de Judías del Barco, producto oficial de la comarca, y un par de botellas de licor de Gloria).
En aquel pueblo compraban muchos de los campamentos de la zona, por lo que nos llevó un poco de tiempo terminar las compras (productos frescos que no nos podíamos haber llevado de casa) en el Maxcoop, el súper del pueblo, junto al Castillo. Nos dio el medio día y nos dio hambre, así que buscamos la oficina de turismo para conseguir el mapa del pueblo y nos acercamos a tapear a la plaza, que estaba muy animada.



Como el pueblo no era muy grande, de camino al coche vimos algunos de los monumentos de Barco de Ávila: 

  • La Casa de los Balcones: fue la primera casa en tener balcones, y fue también casa de la Inquisición. La reja que se ve a mano derecha es original, con diseño castellano de bichas y águilas.
La Casa de los Balcones. Barco de Ávila.
  • Antigua cárcel. Hoy en día reconvertida en biblioteca y centro cultural del pueblo, donde se hacen exposiciones. Además, allí está el Consejo Regulador de la Denominación Especifica de la Judía del Barco. La innovación de este edificio es que antes encerraban a la gente en el castillo. 

Edificio de la antigua cárcel.
Mugen explorando el interior de una celda

Casa natal de San Pedro del Barco
  •  Ermita del Santísimo Cristo del Caño. nos resultó de una arquitectura extraña, como a base de trozos. El campanario parecía construido a parte, como recuperado de otra época. Pero las puertas simples y románicas, los gruesos muros con contrafuertes y las pequeñas y alargadas ventanas daban algunas pistas sobre el estilo. Además, a partir del nombre de la iglesia me surge una duda: ¿allí las niñas se llamarán "Caño"? Imagina: "Cañito, hija..." 
Campanario de la Ermita de Stmo. Cristo del Caño


Puerta lateral de la iglesia.
Pilón en la plaza del pueblo, junto a la iglesia.

Fin de la primera entrega. La siguiente tiene muchas plantas, así que ¡preparaos!

jueves, 23 de agosto de 2012

¿Me voy a Salamanca?

Recuerdo la primera nevera que tuvimos. Ya era vieja cuando yo nací. Me acuerdo de que mis padres tenían que ponerle un cerrojo para que Cachiri, una gata loca que teníamos por entonces, no la abriera.
Cachiri
Recuerdo que cuando nos mudamos del piso de Granada a la casa de Armilla, mi madre se la vendió a un vecino. Yo apenas tenía 4 años. Vi todo el proceso. El hombre le dio el dinero a mi madre en la cocina, ya sin muebles, y se llevó la nevera. Y comprendí que el dinero era necesario para conseguir cosas, que no era un simple juego de cambiar papelitos y monedas de colores.

-Mamá, ¿la universidad cuesta dinero? -le dije en el eco de la cocina vacía. 
Yo, con cuatro años, poco antes de mudarnos

-Sí, mucho. 

-¿Y tenéis dinero suficiente para que yo vaya a la universidad? 

Yo acababa de cumplir cuatro años y ya tenía claro que quería ser universitaria. 

-No te preocupes por eso, hija. Ya lo tendremos. Y si no, haremos un gran esfuerzo. Pero no te vas a quedar sin ir a la universidad.

-¿Aunque tengáis que quedaros pobres? 

-Aunque tengamos que quedarnos pobres.

Aquella conversación la he recordado toda la vida. Me admiró la última frase, el compromiso y la entrega de hacer todo lo posible para que yo pudiese ir a la universidad. 

Mi graduación
Ya soy universitaria: he terminado mi licenciatura de biología, aunque en los tiempos que corren, no es nada especial. Yo pensaba que ir a la universidad era la mayor aspiración, y que sería algo que me abriría las puertas a un buen trabajo. 

Ahora además de una carrera, se hace necesario un máster. En los años de universidad la suerte me ha sonreído bastante: aunque no todos los años he conseguido beca,en casa ha habido dinero para estudiar. Para irme a Granada conseguí una beca Séneca por mis notas, que era suficiente como para que mis padres apenas notaran la diferencia. 

Este año, para qué engañarnos, la cosa está muy chunga. Mis padres son empleados públicos, y por tanto, en el último año el dinero que entra en casa se ha reducido un 20%. Además, tengo un hermano que no se decide por el camino a seguir y una hermana en el instituto, a lo que hay que añadir mis múltiples alergias alimentarias, que implican un importante gasto en productos especiales, horno, aparatos... 

Voluntariado en Doñana
(1º y 2º de carrera)
Voy a cumplir 25 años y mis únicos ingresos son las esporádicas bodas a las que voy a cantar de vez en cuando, por tan poco dinero que casi es gastos pago. Tengo un gran currículum, y muy coherente, pues además de estudiar mis cinco años de carrera, me he movido, he trabajado en varios departamentos de varias universidades, he hecho montones de cursos, he asistido a congresos, he presentado un par de artículos científicos, he conocido y me ha conocido gente importante... y me veo con una mano delante y otra detrás. 

En tiempos de poco trabajo toca estudiar, me dijeron. Salamanca se me hace la única opción (en la UEx las carreras está bien, pero los másteres de ciencias son de juguete). ¿Van a tener que quedarse pobres en mi familia para que yo pueda hacer el único máster de toda España que me interesa? Vivir fuera es muy, muy caro, y todos sabemos que los umbrales de las becas están muy bajos y las becas se han reducido muy mucho.

Empezaré el curso con la duda de si podré acabarlo. No tenemos más neveras que vender.

jueves, 16 de agosto de 2012

Albóndigas caseras al pedro Ximénez - Recetas sin gluten, sin trigo y sin leche



Esta receta es de mi familia, y la salsa es tradicional al estilo de mi madre. Las modificaciones sin gluten son también nuestras, pero se puede hacer con harina de trigo. Un plato muy socorrido, sobre todo porque podemos congelar las albóndigas después de fritas, y un día que nos apetezcan sacar unas cuantas, hacer la salsa y en nada tienes un rico plato de albóndigas en salsa de Pedro Ximénez (o cualquier otro jerez oloroso), ya que cuando fuimos a ver al médico de Jerez de la Frontera, pasamos por la bodega de pedro Ximénez y el olorcillo que salía de allí hizo que se nos antojara hacer algún plato con una salsa de jerez.


Para las albóndigas
  • Cebolla, puerro al gusto, bien picadito
  • 1 huevo
  • carne picada
  • sal y pimienta
  • harina de garbanzo

 Se mezcla todo (excepto la harina de garbanzo) y se amasa hasta que tenga buena consistencia para hacer las albóndigas. Rebozar con la harina de garbanzo (o ahora ya arroz, que el Dr. Lizaso me ha quitado los garbanzos) y freír. Reservar.



Salsa
  • Ajo, 
  • cebolla
  • puerro
  • 1 hoja de laurel
  • Jerez oloroso


Se rehogan las cebollas con el ajo y el puerro en trozos con un poco del aceite de haber frito las albóndigas, y se tuesta la hoja de laurel. Cuando empiecen a dorarse, se saca el sofrito (todo menos el laurel) y se trituran con un vaso de jerez. En el mismo aceite se ponen las albóndigas ya fritas y se cubren con la salsa triturada. Se añade un vaso de agua y se deja hervir unos minutos. Probar y rectificar la sal si es necesario.


Si podemos comer patatas fritas, son un acompañamiento ideal. Aunque también podemos sustituirlo por plátano macho frito en finas láminas, o obleas de arroz.

miércoles, 1 de agosto de 2012

"Gazpacho" de melón

"-¿A ti cuál te gusta más, el gas pacho o el gas butano?"
Mi abuelo Helio, cada vez que comíamos gazpacho
(que en verano era todos los días y muchas noches...) 


Bueno, tras dos años sin oler las solanáceas (pimiento, tomate, patata y berenjena), me he jartao y he inventado mi propio gazpacho con lo que podía tomar. La verdad es que el pepino le da el toque gazpachero justo, y el toque fresco de la hierbabuena lo remata. He tenido que sucumbir a la cebolla, porque hacía falta un ingrediente más... a lo mejor dentro de poco puedo añadirle una zanahoria, para que le de color y más vitaminas, pero estoy pensando que esto ya no tiene nada que ver con un gazpacho (desde que entró la cebolla...) y que debería llamarlo "sopa fría" o algo así. Pero para entendernos de momento se queda con gazpacho.


Ingredientes
  • Media melona (de las amarillas y redondas, que son más dulces y menos alergénicas) 
  • Un pepino (de mi huerto, ecológico)
  • Una cebolla muy pequeña (de mi huerto han salido tamaño chalotas, para la próxima habrá que regarlas más, pero es ecológica)
  • Un diente pequeño de ajo
  • Unas hojitas de hierbauena
  • Sal
  • Un chorrito de aceite de oliva virgen extra. 
Para adornar: gambas, langostinos, tiritas de jamón serrano bueno, un par de hojas de hierbabuena. 





Preparación: 
  1. Echar todos los ingredientes del gazpacho (menos los de adornar) en cachitos en el vaso de la batidora o donde hagas normalmente el gazpacho. 
  2. Triturar hasta que se haga gazpacho y se emulsione el aceite. añadir un poquito de agua fría para ayudarle. 
  3. Añadir agua fría para rebañar la batidora y enfriar la mezcla. Meter en la nevera o echar hielos si se va a consumir en el momento. 
  4. Servir muy frío, adornado de unas hojas de hierbabuena, un par de langostinos y tiritas de jamón serrano. Como en la boda en la que hemos cantado esta semana pasada ponían el gazpacho en chupitos, se me ocurrió esta presentación.
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