martes, 19 de mayo de 2009

¡Quieren sacrificar a la Forgu!

Se han aprobado en Extremadura las ayudas de dos mil euros para quien compre un coche nuevo. Hasta ahí, yo no tengo ningún problema.

Mis padres dicen que quieren aprovechar la oportunidad, y que me quieren comprar un coche nuevo (bueno, nos vamos a comprar, porque estoy viendo que yo tendría que contribuir con lo que me queda de ahorros de la primera comunión) El problema viene con la segunda parte de las ayudas: hay que dar un coche viejo, en concepto "plan renove".



En concreto, quieren que me deshaga de La Forgu.

Y eso me remueve las tripas.
No sólo porque soy una sentimental, idealista, bohemia, hippi, loca'los trapos o como quieras llamarme. Lo que creo que me ocurre es que choca de frente con mis principios. Aún funciona y sirve para lo que es, para ir y venir, pues se debería quedar hasta que eche su última tosecilla y no pueda con su alma. Entonces será el momento de pensar en deshacerse de ella.

A ver, si lo piensas con cierta objetividad: es un coche viejo, con muchos achaques, con el que no se pueden hacer más de 30 km de un golpe (por lo tanto, no puedo salir fuera de la ciudad con ella) y cada dos por tres la tengo que llevar al taller. Pero me sirve (la verdad es que para los viajes largos, siempre está Mugen ahí... ;-)


Analicemos con detenimiento la situación. ¿Qué diferencia habrá? (se aceptan sugerencias)
-Aire acondicionado
-Música
-Salir de Badajoz (conduciendo yo, ya que por cosas del seguro, sólo puedo conducir mi coche)
-Correrá más (en consecuencia tardaré menos en llegar a clase, y podré dormir cinco minutos más)
-Será ¿más seguro? (en caso de accidente grave, claro, pero no saliendo de la ciudad, no hay gran diferencia)
-¿Gastará menos?
-¿Contaminará menos?

De momento, sin aire acondicionado y sin música he sobrevivido. Para viajes largos, de momento, siempre estará el autobús (o Mugen en su defecto) Y lo de más seguro... bueno, puestos a comerme aceras y bordillos, prefiero hacerlo con mi cuatrolatinas que con un flamante coche huevo nuevo, sobre todo, porque es más dura y soporta mejor los golpes (comprobado en vivo y en directo) (ya sé que si la carrocería es más blanda amortigua los golpes... pero se arruga casi con solo mirarla! Y no tengo intención de tener accidentes) Sin contar con que dentro de cinco o siete años ya estará para el arrastre. Todos sabemos que ya no hacen los coches como antes. Y no está del todo claro que el gasoil contamine menos que la gasolina. Esas micropartículas que pasan todos los filtros de aire no me hacen mucha gracia. Y hasta donde puedo recordar después de esa subida espumosa de precios del año pasado, creo que el gasoil, en general, suele ser más caro.


A parte están las razones sentimentales, claro. La Forgu nació el mismo año que yo, por lo tanto, tiene mi edad, y he viajado en ella desde que tengo memoria. No me resultan incómodos sus asientos antiergonómicos, ni que sólo tenga cuatro marchas y tarade el doble de lo normal en acelerar, ni el parabrisas minúsculo, los espejos planos, las cortas luces cortas, el cambio de marchas en el salpicadero, la dirección resistida o los frenos chirriantes ABS (ABé, quiratSus del medio) Con ella he aprendido a conducir, sé que puedo meterla en casi cualquer camino, que siempre saldrá, con sus altos bajos, su potente marcha atrás y sus duros parachoques. Siempre ha estado ahí, ha respondido bien a los sustos, me ha llevado siempre a donde yo he querido. De hecho, tiene su propia personalidad: parece una vieja yaya que cuida a la nieta.

Y lo más importante: sigue funcionando. ¿Estaré cayendo en la maldición del consumismo contra la que llevo tanto tiempo luchando? ¿Me estaré pasando al lado oscuro si tiro a la basura algo que todavía no está roto, sólo porque sea un poco incómodo, sólo por aprovechar una oportunidad?
¿Y si dentro de dos o tres meses decide morirse y ya no dan las ayudas, o han subido tanto los coches denuevo que ya no merece la pena?

No lo sé. Las dudas me hacen tener pesadillas. Es una difícil decisión.

Y de momento, su futuro pende de un hilo. ¿Tendrá que recorrer la Milla Verde?

lunes, 18 de mayo de 2009

Olivita - gatunerías



Esta semana ha muerto Olivia, una de mis gatas. Olivia fue la primera gata que tuve cuando me mudé a Badajoz. Su madre, la Pole, decidió que nuestra casa era más segura que la suya para parir y decidió adoptarnos (era del vecino, pero vivía asalvajada; mi hermana, que era muy pequeña, cuando la veía le decía ¡Polesita!, y el nombre se le quedó)

Una mañana nos encontramos a la gata dentro del lavadero, con las tres crías. Dos blancas y una atigrada. Aunque dos veces devolvimos los gatos a su dueño, la Pole volvía a traérselos, así que decidimos dejarla en el patio, bajo unos cristales que la protegían de la lluvia.
Las gatitas se llamaron Tigrilla, Olivia y Úrsula. Ésta última desapareció, a Olivia se la llevó mi abuela, y la Tigri sigue en mi casa. Por tres veces la Pole nos trajo gatitos. Suyos son también el Pirracas y la Goga, junto con todos los hermanos que fueron desapareciendo, ya sea por competencia o por otras causas.


Con el Pelu como colegas
Después de que mi abuela se fuera a una residencia, Olivita volvió a mi casa, hace dos veranos. Estaba inmensa; tanto años, sola y mimada con mis abuelos, la habían puesto como un tonel, y la habían hecho asustadiza y pija. Pero se rehabilitó; no hay nada que unas carreritas al sol no quiten. 
 Tomando el sol en el campito


El año pasado la tuvimos que esterilizar; tenía un tumor en un ovario. Después de eso, se quedó en su peso ideal, y mira que al castrar a ls gatos se vuelven gordos. Aun así, siempre ha sido la Gordita, al igual que otros de sus nombres eran Chucknorridad, ComandoNorris, Violencia Suma... Pero nos tenía mucho cariño, y nosotros a ella. 
  Tenía extraños hobbis
pero era muy graciosa.

Después de semana santa, estuvo muy enferma. Aun así, no ha dicho ni pío estas últimas semanas en las que estaba agonizando. No comía, ni bebía, y se pasaba el día dormida en su camita o en el sofá. Ha estado ingresada durante la última semana, con gotero y antibióticos, y cuando volvió a casa antes de la operación, estaba muy cariñosa.

Pero el lunes, en el quirófano las cosas se torcieron. Una piedra en el uréter había hecho que se le pudriera el riñón y tuviera infección en el peritoneo y en el otro riñón. No se despertó.

Al menos no tuvo una muerte dolorosa y ahora está mejor.

Sólo me duele no haberme podido despedir de ella.

lunes, 11 de mayo de 2009

I Foro Internacional de Sagas

Bueno, esta semana pasada me ha dejado buen sabor de boca. a pesar de los pesares. De improviso, el miércoles por la noche me avisan de que era posible que Javier Negrete viniera a la Universidad a dar una conferencia en el I Foro Internacional de Sagas, que se celebró durante dos días consecutivos en la Alcazaba y en Educación, con la participación de muchos escritores, ilustradores, editores, y demás bichejos de raza librera.

Con Laura Gallego

Y de todo ésto, ¿cómo me he enterado? Pues de chripa, porque no será por el esfuerzo que hayan hecho los organizadores del ciclo de conferencias. Fue al ir al Dragón Verde cuando vi un cartel que explicaba que estaba cerrado con motivo del foro, y que al día siguiente estarían con Laura Gallego y Javier Negrete en Educación. Y de chiripa me encontré al decano al día siguiente cuando fui a preguntar de qué iba, y de chiripa tenía el último programa del encuentro en la mano y me lo pudo dar.

Pero lo que nos se puede esperar es que haya difución con un cartel que pone I Foro Internacional de Sagas" y una dirección web. Y punto. Nada más. Ni si es un ciclo de conferencias, una actuación aislada, qué horario tiene, dónde es, si es de entrada libre, si hay que inscribirse, un adelanto de quién viene, qué actividades van a celebrarse... algo de sentido común, digo yo, que si ves el cartel y no tienes tiempo de buscarlo, como me pasó a mí, puedas saber algo. Porque si no hubiera visto en la tienda aquel cartel, no habría tenido ni papa de dónde buscarlo.
Con Javier Negrete
Así y todo, pude disfrutar de las conferencias, y me traje varios libros firmados, además de la alegría del reencuentro con Javier, al que ya conocía de hacía varios años, cuando me entregó un premio literario en Plasencia y le tiré un vaso de agua encima en el escenario por accidente.



Riéndome tras el pequeño accidente acuático
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