viernes, 20 de enero de 2012

Diario de Viajes. Mar Rojo II. El Julliet y la tripulación.

La bandera de Egipto ondeaba en la popa del yate, el Julliet
El Julliet tenía capacidad para 14 buceadores y la tripulación. 28 metros de eslora, tres pisos y la azotea, fueron nuestro habitáculo los 6 días que estuvimos allí.

En la popa del barco había una zona donde dejábamos nuestros trajes colgados. No se aclaraban los equipos porque con cuatro inmersiones al día, se gastaría mucha agua dulce, y en altamar no es que sobrara. El último día ya sí endulzábamos todo, para no llevárnoslos medio tiesos.
En los bancos las botellas estaban sujetas para que no estuvieran  por ahí sueltas; ahí mismo le montábamos los chalecos y los reguladores y hacíamos las comprobaciones. La tripulación (el camarero Abdul, Ahmed el patrón de zodiac, Bunni y el ayudante de cocina normalmente) nos ayudaba a ponernos los trajes y ajustarnos los jackets y las aletas.

En algunos puntos de buceo se juntaban multitud de barcos como el nuestro. Parecían aparcamientos.

Este es Abdul, el camarero. Todas las mañanas nos hacía las camas, servía las mesas y hacía limpieza. También ayudaba en las maniobras de atraque, cuando había que manejar los cabos y las anclas varias. Le encantó que yo llevara una túnica árabe, y desde entonces me saludaba riéndose  en árabe (Salam alecúm) cada vez que me cruzaba con él.

Este es Ahmed. Los dos primero días me ayudaba a ponerme el chaleco, ajustarme las aletas... el tercer día, en una maniobra de atraque en un arrecife en el que estábamos solos, se ahogó. Willy, el divemaster, estaba con nosotros en la parte más alta del barco, bromeando y explicándonos cosas del lugar, cuando el capitán asomó la cabeza y le dijo algo en árabe ("¡El chico no sale!", nos dijo luego que le había dicho). Willy saltó y bajó corriendo; le vimos coger unas gafas, unas aletas y un jacket con botella y lanzarse a la zodiac con uno de los barqueros, Bunni. Menos de dos minutos después, sacaba a Ahmed, inconsciente, del agua. Estábamos en Egipto, por lo tanto, los helicópteros de salvamento son cosa de ciencia ficción: lo único que pudimos hacer fue llamar a la lancha de salvamento (una zodiac que salió de Sharm) y hacerle la RCP mientras llegaba. Y rezar ,claro. El chico tuvo suerte, pues sólo estábamos a una hora de Sharm, pero según nos contaron, tardó casi tres días en despertarse y se llevó una traqueotomía de regalo. El último día, cuando se hizo la colecta para la propina (que es obligatoria) en vez de hacer dos sobre (la tripu y el divemaster, q van a parte) se hizo un tercer sobre para él, aunque nos aseguró el capitán que no le iban a despedir, aunque se hubiera ahogado en su tercer día de trabajo (ya que era la primera vez que trabajaba en ese barco...).
Este era el ayudante del cocinero, del que no me acuerdo del nombre. Era muy tímido, y apenas hablaba con nosotros.
Este es Bunni (ese era su mote, significaba negrito, o morenito), pero todos le llamábamos Paquito; era el otro patrón de zodiac. Siempre con una sonrisa o una carcajada, manejaba bastante bien el inglés y hablaba mucho. Nos llegó a enseñar fotos en su móvil de sus hijas pequeñas y nos contó que había estudiado biología marina o algo así.
Este es el capitán (a la izquierda) ayudando a Ozee a bajar hasta el mar. El capitán era una persona con mucho mundo, y un inglés perfecto, mucho más occidentalizado que los demás componentes de la tripulación (o "la tripu", como le decían entre ellos). El primer día, como Abdul se puso tan contento al verme en chilaba y me saludaba constantemente con "Salam alecum", pues se me ocurrió que podía saludarles a todos así. Hasta que me encontré cara a cara con el capitán, que me dijo muy serio que yo no tenían derecho a saludar así, ya que no era musulmana. Desde ese momento, le saludaba siempre en inglés. Era simpático, a su manera, pero también un poco seco a veces. aunque siempre que pasabas por delante de la cabina de mandos te invitaba a entrar y te contaba alguna historia (aunque mi oxidada oreja inglesa no captara ni la mitad...).

Aquí están el cocinero y Willy, el divemaster. Con el cocinero tuve que hablar un montón, ya que sólo un día antes de embarcar me mandaron los resultados de la histaminosis, y tuve que pedirle una dieta especial. El primer día, aún en el puerto, mientras esperábamos que llegaran los equipajes, me acerqué, y con mi inglés oxidado le estuve explicando mi problema y le dí una lista con mis alimentos prohibidos (en inglés también). Cuando acabé de explicárselo, él, todo sonriente, me dijo: -¿Estás casada? // Y yo:- No, pero tengo novio. // Él:-¿Está tu novio en el barco? // Yo (toda ingenua): Noo... // Él: ¿Te quieres casar conmigo? ¡:S!


Este es Willy (en realidad Wael Ali, pero la pronunciación es muy parecida) el divemaster, o el guía de buceo. Se pasaba el día en bañador o en calzoncillos de dibujitos indistintamente. A las 5 de la mañana nos despertaba con un potente grito de "!BREEEFIIIING!" y continuamente nos decía que los buceadores españoles son los más cabrones, porque no le hacen caso cuando explica las inmersiones, y luego en el mar hacen lo que quieren. Luego siempre nos exceptuaba a las chicas, claro...

Willy era un pulpo. Estaba todo el tiempo diciéndonos lo bonitas y lo guapas que éramos, que allí en Egipto hay trabajo a punta pala, que nos casáramos con él y fuéramos su otro divemaster. Un día, cuando estábamos fondeados cerca de Sharm, había una colina en el acantilado iluminada. Nos dijo que aquella era su casa, aunque se pasaba 10 de los 12 meses en el mar y no iba mucho. Eso dio pie a que le preguntáramos si estaba casado, ya que nos lo pedía a nosotras cada dos por tres. Nos dijo que había tenido una mujer y un hijo, pero que ella no quería saber nada de él. Aquella fue la nota nostálgica de este personaje que siempre tiene una risa o un comentario gracioso para todos.
Por las noches, después de cenar, se fumaba la shisha (el tabaco aromático que se pone en esa pipa de agua) y se jugaba al backgammon. También jugábamos con ellos, y la verdad es que es un juego bastante adictivo...



Willy no paraba quieto y aprovechaba cualquier oportunidad para arrimarse...  pero era fácil controlarle, jeje.

 

sábado, 14 de enero de 2012

Bolonia según el decano de Ciencias de la Universidad de Vigo

Algo de lo que yo intenté convencer al decano de Ciencias de la Universidad de Extremadura en las interminables Juntas de Facultad. Bolonia es un timo, y de los grandes. Pero claro, yo no tengo el desparpajo y la gracia de este hombre hablando, por lo que a pesar del escote, nadie me hizo caso. Y bueno, porque yo solo era representante de alumnos...

El cambio es necesario, pero no cualquier cambio, sino un cambio para mejorar: ¡ASÍ NO!



jueves, 12 de enero de 2012

Pico de coral (Estrilda astrild)





El otro día, mientras desayunaba, vi al Pelu subirse a la ventana con algo en la boca. En seguida me levanté para ver lo que era, porque siempre caza pero nunca se lo come, y me llamó la atención una mancha roja que al principio tomé por sangre. Salimos y le quitamos el pajarito para ver qué era, y me sorprendió ver que no era sangre, sino una mancha roja que le recorría el pico y la ceja. Parecía un pinzón muy pequeño, pero las rayitas finas y pardas del plumaje me desconcertaron.


 En la Peterson dice que su cola es más larga que la de los pinzones, estrecha y escalonada, y que las rayitas son patentes a todas las edades.



Las mejillas son blancuzcas y el vientre con tintes carmesíes, y cuando es adulto tiene la franja rojo cera típica, alrededor del ojo.



Este pajarito, de unos 7g de peso, no es migratorio. Su población en países en los que no es originario se debe a escapes, ya que es una ave que se cría fácilmente en cautividad. Es originario del África Subsahariana pero ha sido introducida en muchas otras regiones del mundo como animal de compañía. 

Los escapes producidos han desembocado en poblaciones de aves en zonas donde originariamente no estaba presente. Cría en Cabo Verde, Polinesia francesa, Mauricio, Nueva Caledonia (Francia), Portugal, Puerto Rico, Reunión, Santo Tomé y Príncipe, Santa Helena (Reino Unido), Trinidad y Tobago, Uruguay, aunque ha sido introducido en muchos otros países.

Debido a su potencial colonizador y constituir una amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats o los ecosistemas, esta especie ha sido catalogada en el Catálogo Español de Especies exóticas Invasoras, aprobado por Real Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, estando prohibida en España su introducción en el medio natural, posesión, transporte, tráfico y comercio.

Aunque en África vive en praderas con arbustos, en Portugal y España suelen frecuentar espesuras y juncos.

lunes, 9 de enero de 2012

Pan de mandioca brasileño (Pao de queijo) sin gluten, si maíz, sin lácteos, sin levaduras y sin gomas.

Esta receta me la ha regalado mi amiga Ligia, que es de Brasil. Ligia, en cuanto se enteró de mi alergia, se sorprendió de que no utilizara la harina de mandioca, con lo nutritiva y versátil que es. Así que me regaló un par de paquetes de harina de mandioca (diferente de la tapioca, que es la fécula de la mandioca) y me invitó a ir a la cocina de su pollería una mañana para aprender a hacer varias recetas. 

Este es el Pao de queijo (pan de queso) en la variante sin lactosa, es decir, sin queso, y además, es sin cereales y sin gluten, ya que la mandioca es una raíz (venenosa si se come cruda). 

Ingredientes (para unos 20 bollitos):
  • 250 g de harina de mandioca
  • 250 ml de leche de arroz (he usado marca Joya, del Carrefur, más barata q las del CI)
  • 50 ml de aceite de girasol (que es más insípido que el de oliva)
  • 1 huevo
  • 1 cucharadita y media de sal
Preparación: 
  1. En una cazuela poner la leche, el aceite y la sal a fuego fuerte. Cuando esté A PUNTO de hervir (que ese es el truco, antes de que hierva) echar la harina y mezclar. Quedará una pasta grumosa, pero no os asustéis, que luego se soluciona. 
  2. Dejar enfriar un poco en un bol.
  3. Cuando ya no queme, añadir el huevo. y mezclar bien. Amasar con las manos añadiendo un poco de harina hasta que se quede una pasta que se despegue del bol (aunque no necesariamente de nuestras manos...). Los grumos habrán desaparecido en este punto.
  4. Formar bolitas pequeñas, del tamaño de albóndigas más o menos. Colocar en una bandeja de horno, o en una bandeja normal con papel de horno si vamos a congelar parte de la producción (es aconsejable, porque como más buenos están es recién horneados, aunque aguantan varios días en el taper)
  5. Hornear a 180º dutante unos 20 minutos. Se pondrán doraditos y crecerán un poco. No os asustéis del aceite hirviendo que saldrá de la base, es normal.
  6. Sacar y dejar enfriar. Mientras están tibios ya se pueden empezar a comer. La corteza es crujiente, sabe como a churros, y el interior, aunque pueda parecer chicloso, sabe a miga de verdad. Y el olor de la harina también es raro (a mí me parece que huele a pies o algo así), hay gente a la que le parece desagradable, pero no sabe a lo que huele.
Yo hice 20, me comí 3 al sacarlos del horno, congelé 10 y los otros 7 me han durado menos de 48 horas...



¡Desde aquí, un beso muy grande, Ligia! O brigada!

jueves, 5 de enero de 2012

Homenaje a Mario Morcillo, de la Isla de los Delfines.

Esta no es el post que yo tenía pensado para hoy, que he vuelto de las vacaciones. Quería contaros mi excursión a Garganta de los Infiernos y los Castaños del Temblar, pero al llegar después de tres días sin internet de la casa rural, me he encontrado con esta noticia que alguien ha compartido en el feisbuk. 

Un vecino de Torres de Albanchez fallece en un accidente en Panamá

Mario Morcillo Moreno, de 41 años de edad y empresario de Torres de Albanchez, falleció, el martes, en un accidente de tráfico, en Panamá, después de que el autobús en el que viajaba chocara contra un camión, en la frontera con Costa Rica (leer noticia).

 Yo conocía a Mario. Le conocí el año pasado en un curso de La Isla de los Delfines, sobre anestesia y manejo de animales salvajes y rastreo de huellas. Recuerdo que había salido del examen de zoogeografía, me lié la manta a la cabeza y al día siguiente estaba encaramada en Torres de Albanchez. Recuerdo que no conseguía encontrar una combinación de autobuses que me llevara para allá, y que le llamé y se ofreció a recogerme en un pueblo cercano al que sí llegaban los autobuses desde Granada. 

Aquellos días compartimos vivencias, bromas, y muchas ideas interesantes. Era una persona con mucha energía, siempre inventando cosas nuevas. Una persona que me marcó mucho, tanto por su personalidad como por todo lo que hacía. Una persona como pocas, que quería cambiar el mundo, quería demostrar que había otras maneras de hacer las cosas, y además lo estaba consiguiendo.



Esperemos que su legado siga creciendo con el mismo espíritu de cambio que él le imprimió.


lunes, 2 de enero de 2012

Diario de Viajes. Mar Rojo I. Llegada a Sharm el Sheik



Llegamos a Sharm el Sheik de noche. El aeropuerto nos aguardaba una sorpresa desagradable: 10 de las 14 maletas se habían quedado en el Cairo. Hubo que pagar una "propina" (soborno) al encargado para que fuera a buscárnoslas cuando llegaron al día siguiente.

El vuelo fue Madrid-Cairo-Sharm el Sheik. Salimos el día 6 de noviembre a mediodía y llegamos 3 o 4 horas después a El Cairo, donde cogimos el enlace a Sharm. El problema fue que tuvimos que esperar en el avión de El Cairo como dos horas a que volvieran a vaciar el avión, porque parecía que había exceso de peso de equipaje.

El bus  nos esperaba a las 2 de la madrugada (hora española) para llevarnos al yate, en el Puerto Travco. Estábamos verdaderamente cansados pero también muy ilusionados de haber llegado por fin, aunque nos faltaran 10 maletas.



Al llegar al barco nos quitaron los zapatos y los pasaportes, cosa que me asustó un poco, la verdad. También se quedaron con nuestros permisos de buceo. Creo que era para que no abandonáramos el barco mientras estuviéramos en el puerto. Y lo de los zapatos para que no pisoteáramos el interior (por aquello de la costumbre oriental... sólo podíamos usar las chanclas y aun así nos ponían mala cara...)

Después de comer ya había llegado las maletas. Comimos y pudimos colocar nuestros equipos para poder hacer una primera inmersión cerca de Sharm.

Por fin arrancamos y nos fuimos a remojarnos, después de la angustiosa espera de los equipos que se habían quedado en El Cairo.
Al camarero, el bueno de Abdul, le hizo mucha gracia que yo llevara una túnica de estilo árabe (me la había comprado meses antes en Marruecos). La verdad es que era muy práctica para el calor que hacía allí en pleno Noviembre, y la brisita marina.


El equipo de los cabrones, con miles de inmersiones a sus espaldas. ¡Un gustazo bucear con tan buena gente, y con tanta experiencia!
Mi amigo Pablo merece una mención especial. Si no fuera por él, quizás no habría ido a este maravilloso viaje. Gracias, Pabletas, por tanto momentos, tantas inmersiones y tantos recuerdos inolvidables.

Con Javi también buceé alguna vez antes de ahora. Siempre es bueno conocer de antes a tu pareja y tener alguna inmersión en común, ya que debajo del agua todo es intuición a la hora de comunicarse.
Este es mi amigo Carlos el Malagueño, que fe mi compi algunas veces (cuando el guía me dejaba, claro). El último día le picó un Pez León, en la última inmersión que hicimos.

Éramos cuatro chicas. Aquí estoy con Nay y Maibe, repasando las fotos de la última inmersión.

Y aquí con Nay y Cristinica, con un arrecife y los restos de un carguero naufragado.
Un gran grupo, al fin y al cabo, de procedencias y dedicaciones diferentes (Granada, Bilbao, y Badajoz; profesores, empresarios, estudiantes, militares y buceadores). A pesar de ser cada uno de nuestro padre y nuestra madre, el grupo funcionaba. Y aunque hace un año que ocurrió todo aquello, sigo teniéndoles muy presentes, y teniendo pendiente un nuevo viaje con ellos (cuando los dineros lo permitan, claro...)
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