Al fin. Tras arduas jornadas de trabajo estresante, puede decirse que la mudanza de Mugen ha terminado. Al menos, todos los objetos que ahora son de su propiedad están en el nuevo piso, los suyos, los heredados de sus antiguos compañeros de piso, y los que ha heredado de mi abuelo, que murió hace tres semanas.
En contra de todo pronóstico, hemos conseguido encajar las dos mesas, las estanterias y el piano en el pqueño piso de soltero independiente. El pisito es acogedor, aunque los muebles del Ikea que han puesto los dueños, a pesar del renombre, son más malos que encargados hacer. El mismo día que acabamos la mudanza, quedamos con Elefanta y su novio para hacer la compra, ya que menos de doce horas después marcharíamos los cuatro hacia Estepona, para disfrutar de unas merecidas vacaciones, pagadas con el dinero de nuestra prostitución musical. El cansancio se me acumula mientras bato el huevo para empanar pollo que llevarnos a la playa; he mandado a Mugen a la cama, dentro de unas horas habrá que levantarse y él va a conducir.
Tras dos horas de sueño, me despierto de golpe. Son las 5 y media de la madrugada; Mugen me recuerda que Elefanta y su novio deben de estar a punto de llegar. Mientras repaso mentalmente si todo está preparado, intento desayunar, pero no me entra nada.
Tras perderse un poco, Elefanta consigue llegar. Ya clarea cuando terminamos el tetris de meter el segundo tiempo de equipaje, y el sol nos deslumbra cuando paramos en la Albuera para repostar.
Atravesar Sevilla es complicado, pero menos de lo que todos nos temíamos. Pasado Dos Hermanas (Cuatro Tetas), entramos en un bar a desayunar; deben de ser las 9 y las enormes tostadas de pan de pueblo que nos sirven entran de maravilla. Seguimos el camino por la autopista de peaje AP-7 para evitar un rodeo que nos pareció innecesario y finalmente entramos en la provincia de Málaga.
Pero hasta un par de horas después que se nos hicieron eternas y millones de molinos eólicos, no veríamos las puertas del camping "Parque Tropical"
Tu bi continui...
En contra de todo pronóstico, hemos conseguido encajar las dos mesas, las estanterias y el piano en el pqueño piso de soltero independiente. El pisito es acogedor, aunque los muebles del Ikea que han puesto los dueños, a pesar del renombre, son más malos que encargados hacer. El mismo día que acabamos la mudanza, quedamos con Elefanta y su novio para hacer la compra, ya que menos de doce horas después marcharíamos los cuatro hacia Estepona, para disfrutar de unas merecidas vacaciones, pagadas con el dinero de nuestra prostitución musical. El cansancio se me acumula mientras bato el huevo para empanar pollo que llevarnos a la playa; he mandado a Mugen a la cama, dentro de unas horas habrá que levantarse y él va a conducir.
Tras dos horas de sueño, me despierto de golpe. Son las 5 y media de la madrugada; Mugen me recuerda que Elefanta y su novio deben de estar a punto de llegar. Mientras repaso mentalmente si todo está preparado, intento desayunar, pero no me entra nada.
Tras perderse un poco, Elefanta consigue llegar. Ya clarea cuando terminamos el tetris de meter el segundo tiempo de equipaje, y el sol nos deslumbra cuando paramos en la Albuera para repostar.
Atravesar Sevilla es complicado, pero menos de lo que todos nos temíamos. Pasado Dos Hermanas (Cuatro Tetas), entramos en un bar a desayunar; deben de ser las 9 y las enormes tostadas de pan de pueblo que nos sirven entran de maravilla. Seguimos el camino por la autopista de peaje AP-7 para evitar un rodeo que nos pareció innecesario y finalmente entramos en la provincia de Málaga.
Pero hasta un par de horas después que se nos hicieron eternas y millones de molinos eólicos, no veríamos las puertas del camping "Parque Tropical"
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