Se acabaron las fiestas y los regalos; en casa toca limpieza. Entre bolsas y armarios nos encontramos con juguetes viejos o que se pueden reemplazar por los nuevos que Papá Noel o los Reyes Magos les han regalado a nuestros hijos. “¿Y qué hacemos con ellos?”. Al igual que en nuestras casas, en muchos otros hogares se puede repetir la misma pregunta, sobre todo ahora que es momento de hacer recuento de la nueva remesa nueva de juguetes y regalos.
La respuesta más obvia es donarlos: si están en buen estado, pueden tener una nueva vida junto a otros niños. Muchas organizaciones los recogen, como obras sociales, parroquias, ONGs... Se calcula que este año, en España se gastará de media entre 50€ y 70€ en juguetes por hijo. Mucha gente no puede asumir ese gasto, y con nuestra contribución nosotros podemos hacer que esos niños no se queden sin regalos. Por ejemplo, en el Canal Solidario nos indican muchos de los lugares donde podemos hacerlo.
¿Dónde se tira un juguete?
Si los juguetes no pueden tener otra oportunidad, por estar estropeados o ser un peligro para los niños, hay que tirarlos. Esto es un asunto difícil. Nueve de cada diez acaban en los vertederos, convertidos en residuos altamente contaminantes. Muchos tienen componentes electrónicos, pilas... Por ello nunca deben ir al contenedor amarillo ya que, aunque creamos que son de plástico, siempre tienen partes que necesitan un tratamiento específico. Cuando queramos dar por concluida la vida útil de un juguete, tendremos que llevarlos al Punto Limpio más cercano.
Las pilas, siempre que sea posible, hay que extraerlas y tirarlas a su contenedor correspondiente (en supermercados, facultades, relojerías, jugueterías...), ya que son especialmente tóxicas y peligrosas para la salud y el medio ambiente. En España no se recicla más del 25% de las pilas que se recogen. Por ello, siempre es mejor plantearse utilizar pilas recargables, más duraderas. El mercurio de una pila alcalina puede contaminar 175.000 litros de agua (el agua que consumen 6 personas en toda su vida) y una pila botón, hasta 600.000. Calcula estas Navidades cuántas pilas nuevas vas a utilizar, y cuántas vas a tirar, y el poder contaminante de éstas. ¿Asumirías las consecuencias?
Esto último también es aplicable a los miles de dispositivos electrónicos (móviles, Ipods, tabletas, ordenadores... ) que se reemplazarán estas fiestas. Aparecen nuevos modelos, con nuevas prestaciones. Siempre es mejor sustituir nuestro dispositivo si realmente ya no funciona, y no por pura moda. En España se desechan cerca de 20 millones de móviles cada año. Muchos de sus componentes pueden reutilizarse, ya que son muy costosos de extraer y procesar, y otros pueden ser altamente contaminantes. Puedes llevarlos a la tiendas de telefonía, o al punto limpio, para poder así darle el tratamiento adecuado. Si aún funciona, puedes donarlo por ejemplo en Dona tu móvil o en las ONGs que los recogen para reutilizarlos o recaudar fondos para el desarrollo social.
Foto de Pablo Núñez
Este artículo ha sido trasladado desde una revista sin escrúpulos por su autora (es decir, yo) al no haber recibido contestación alguna de la organización ni de su director Josep M. Rosell de por qué se ha dejado de pagar mi trabajo en revista Ecogestos, hacer caso omiso de todos mis intentos de contacto y seguir usando mi material no remunerado.
Por todo esto, he decidido trasladar todo el material de mi producción a mi blog, que es de mi propiedad y me lo follo cuando quiero. Es una injusticia que dejen de pagar por tu trabajo. Pero es aún más desagradable que lo hagan sin mediar una palabra, sin dar una justificación, y que además, sigan usando tu material.
No se puede trabajar gratis por varias razones:
- Por respeto a la profesión y por el valor intrínseco de tu trabajo.
- Porque crear material original y auténtico en la red exige un esfuerzo, una habilidad, una formación y un tiempo en el que has tenido que comer y beber, pagar facturas, dejar de estar con tu familia, etc: es decir, que el material no sale de la nada.
- Porque no sólo afecta al que lo hace, que pierde dinero y reputación, sino que se extiende sobre otros profesionales que deben aceptar peores pagos y condiciones.
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