Al día siguiente, dicidimos salir para subir en teleférico hasta Monte. Como yo ya había visto el Jardín Botánico y no me había gustado demasiado, y además pensaba que allí se podría aburrir mi familia, decidí llevarles a ver el Jardím Tropical Monte Palace, una quinta o finca con una gran variedad de plantas, jardines, fuentes y estatuas.
Así que desayunamos en el jardín del teleférico y disfrutamos de la agradable subida. El día estaba completamente despejado y la temperatura era completamente primaveral, aunque a la sombra se notaba una brisa fresca que invitaba a ponerte una sudadera. A pesar de que la cola salía por la puerta, no tardamos mucho en subir a uno.
Desde el principio decidimos que el jardín se parecía mucho a los paisajes que habíamos visto en videojuegos que nos marcaron, como Myst III y Riven. Así que iniciamos el paseo internándonos por el bosquecillo por el que bajaba el sendero.
Una parte estaba decorada como un jardín oriental, con los puentes y las puertas del cielo típicas, y muchas estatuas de dragones. El agua está presente en todo el recorrido, ya sea en lagos, fuentes, saltos de agua, cascadas o paredes chorreantes.
Al llegar al lago central uno tiene la impresión de retroceder en el tiempo y espera ver aristocratas decimonónicos paseando por las avenidas flanqueadas por grandes paneles de azulejos.
El jardín está lleno de rincones secretos que explorar, como este pozo, donde los tres hermanos tuvimos la impresi+on de estar dentro del videojuego.
Podría hacer este post interminable con las cientos de fotos que tomé esa tarde, pero no lo haré.
Sí pondré sin embargo, la foto de las muñecas vestidas con el traje típico de Madeira.
Cuando caía la tarde subimos a la iglesia de Monte y tuvimos la suerte de encontrarla abierta y subir a sus torres para observar las vistas impresionantes de la puesta de sol.
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