Dentro de 4 días me subiré a un avión en Lisboa para dirigirme a mi próximo destino, Madeira.
Ahora que de repente se ha hecho real, tan ciertamente real que hace daño, estoy empezando a sentir miedo... más miedo que cuando me fui a Paraguay. Y eso que estoy "aquí al lado", a menos de dos horas en avión, y que voy con una amiga a la que le han dado la misma beca que a mí, y que ya están todos los cabos atados (a ver... ya tengo el contrato firmado, ya tengo casa, tengo la maleta casi hecha, he aprendido algo de portugués tras dos meses de clases intensivas...) pero no sé, esta vez es diferente.
Será que esta vez no soy la misma. Que ahora soy más consciente de lo que amo a mi familia, de lo rápido que alguien puede perder la vida, del tiempo que no voy a pasar con ellos por dedicarlo a mi pasión que es la protección de la naturaleza... estoy en una encrucijada en la que ya hace tiempo decidí el camino, pero que igualmente me da miedo cruzar. Y cruzaré, pero no dejaré de ser dolorosamente consciente de todo el equipaje extra que llevo esta vez.
Estoy ilusionada, pero, esta vez es distinto. Cuando fui a Paraguay tenía miedo a lo desconocido, pero había en mí una absoluta convicción de que todo iba a salir bien. Esta vez, el miedo es a lo conocido. El miedo a lo conocido es mucho peor, porque sabes a lo que te enfrentas. Y conoces las consecuencias que puede tener.
La ignorancia es la felicidad...
He aquí mi maldición: la maldición de la cordura.
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