Desde que regresé a España en diciembre, tras la asombrosa y estupenda experiencia en Paraguay con una beca Manuel Andrés Sánchez, de Cooperación al Desarrollo de la USAL, creo que prácticamente todos los días he dedicado un rato diaria a buscar y enviar solicitudes a ofertas de empleo, becas privadas, voluntariados, estadías, becas de doctorado, por todo alrededor del mundo. Podréis imaginar la cantidad ingente de emails y currículums que he debido de enviar. Y la cantidad de negativas (de los que se dignaban en contestar y a los cuales agradezco que lo hicieran) que habré recibido.
He estado empleada en un trabajo en el que sentía que me prostituía por 2€/h y alumno. He hecho al menos doce cursos, algunos online, la mayoría presenciales, de temas que me parecían útiles, interesantes o entretenidos para mi carrera. He sido convocada para una entrevista de trabajo en junio, para un perfil que era casi yo, haciendo un trabajo de investigación en mi ciudad, sobre cooperación al desarrollo. He sido rechazada, a pesar de haber estado entre las últimas 5 finalistas.
He pasado una primavera horrorosa, he pensado que todo se acabaría, que ya no había sentido en la vida, pero gracias a mi familia, a mi novio, y a mis mejores amigos, he conseguido ver que siempre se sale.
Precisamente, uno de esos días que mi madre y yo nos hemos obligado a salir para distraernos a un concierto en el Palacio de Congresos, mientras esperábamos a mis tías, empezamos a ver gente conocida que también asistía al evento. Ni que decir tiene que no me apetecía nada de nada saludar a conocidos con una sonrisa incómoda, pues aún me encontraba bastante mal, pero quiero decir que aquel encuentro fue proverbial.
Entre la gente, me saludó calurosamente una profe que me dio genética en la carrera y con la que he coincidido varias veces en Junta de Facultad, y que a pesar de lo patosa que soy yo en temas genéticos, ha seguido nuestra amistad. Ella me habló de una chica que había conocido que había pedido una beca QUERCUS, del programa Leonardo da Vinci, y que trabajaba en conservación. Que me pasara por su despacho y me daba el contacto y me contaba.
Al día siguiente salí sola por primera vez de mi casa en meses, y me planté en su despacho. Había decidido salir a seguir luchando por el rumbo de mi vida. No seguiría en el sofá.
Y así ha sido como, gracias a ella y a una profe de botánica, empecé a hablar con la que resultó ser una antigua compañera de uno de los colegios a los que he ido y que me puso al corriente de cómo se tramitan ese tipo de becas.
Y la semana pasada, una llamada me despertó temprano.
¡Me habían concedido la beca!
¡Ah! ¿Que a dónde voy?
Me voy 6 meses a Madeira, a hacer prácticas en una ONG de Conservación de la Biodiversidad: en la SPEA (Sociedade Portuguesa para el Estudio das Aves)
¡MADEIRA! ¡ALLÁ VAMOS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario