martes, 17 de julio de 2012

Erizos huerfanitos



El martes por la tarde nos encontramos estas cuatro preciosidades. No teníamos ni idea de qué hacía de día por ahí, sin su mamá, y pensamos que ya debería esta destetados. Salieron del montón de leña, donde debían de haber sido criados. Les dimos agua porque hacía mucho calor, pero no nos atrevimos a darles pienso; por una parte, nos parecían muy pequeños, y por otra, pensábamos que no había que intervenir demasiado: a lo mejor su madre volvía por la noche.

Pero han pasado los días, hemos seguido dándoles agua, y ni se dispersaban, ni aparecía madre ni nada. No se movían del lado del montón, y estaban despiertos de día (aunque son nocturnos). Debían de estar muy solitos, porque cuando te escuchaban andar por la hojarasca se venían detrás de ti. Los veíamos acurrucarse cerca de la leña, donde debían de tener el nido, y cuando les empezaba a dar el sol se cambiaban a la sombra. Daban pequeños grititos si se chocaban con tu pie, o si te oían marcharte. 

Y ayer por la tarde, cuando fui a enseñárselos a Mugen, había tres dormidos. Dormidos para siempre. Alguno de ellos debían de acabar de morir, porque aún estaba blandito. Otro se había muerto durmiendo, acurrucadito. Y el tercero estaba donde lo había visto durmiendo la siesta esa tarde. El cuarto, el más pequeñito, salía de la sombra y se acercaba a sus tres hermanos tiesitos, se acurrucó y les chilló un poquito. Pero a ver que no se movían, cogió el caminito y se fue para otra parte. 

Caímos en la cuenta de que lo mismo eran demasiado pequeños, que llevaban mucho tiempo sin aparecer madre eriza,y a lo mejor no sabían comer. Demasiado tarde, se me ocurrió buscar información en internet. Claro, como siempre decimos que la Naturaleza es sabia, que no hay que intervenir, que tienen que aprender solitos... pero si han atropellado a su madre, ya no es asunto de la Naturaleza. Está causado por humanos, así que es responsabilidad de humanos...

En La web de los erizos encontré los intervalos de peso que podían darme una pista de la edad que tenía el erizo que quedaba, y por tanto, cómo debería cuidarlo para que no muriera como sus hermanos.

Cuando lo puse sobre la báscula, en un cubito para que no se moviera, casi se me para el corazón.

55g.

El peso mínimo de las dos semanas. Teniendo en cuenta que debía de llevar casi una semana sin comer, podía llegar a tener tres semanas, pero estaba muy desnutrido.

Y eso significaba que aún no estaba destetado. Que su madre no haba vuelto por allí, y que muy probablemente estaba muerta.

Era domingo. Según la web de los erizos, y el correo de la Presidenta de la Asociación Protectora de Erizos, a la que escribí pidiéndole ayuda, la leche que mejor sirve para sustituir la leche de eriza es la de cabra. Recordé que en el Carrefur había leche de cabra, pero estaban todas las tiendas cerradas. Y luego, lo que parecía una idea peregrina, se convirtió en la única opción. El niño con el que me iba al instituto, hace ya más de 10 años, tenía cabras. Lo sé porque su padre todas las mañanas, a las 8, cuando me recogía, siempre llevaba varios  quesos de cabra para venderlos, de sus propias cabras. Llamé al centro de recuperación de Los Hornos y me dijeron que hasta el día siguiente no podrían venir a por él. No iba a aguantar. No, a menos que yo intentara hacer algo.

Rezando para que aquél hombre hubiera seguido criando cabras, me acerqué a todo correr (que es mucho, pensando que a mediodía, al sol extremeño, hace una temperatura respetable). Me encontré a mi antiguo compañero de viajes. Me dijo que hasta las 7 de la tarde no ordeñaban las cabras, y que hasta esa hora no tendría leche.

Preocupada volvía casa. Para las 5 y media o 6 de la tarde, el erizo se había desmayado. Decidimos darle agua con una jeringa, obligándole a tragar con un palito. Algo entraría, porque la tripita empezó a hincharse. Me fijé en el pellejito de su pancita, y la deshidratación que tenía era muy grave, el pellizco se quedaba completamente hacia arriba y no se retraía. La piel del hociquito estaba cuarteada, y también la de las patitas. Respiraba muy flojito, así que le pusimos de lado, con la cabeza un poco más alta, y cuidamos de que la lengua no le taponara la glotis (como me dijo hace unos días Jorge el veterinario con mi gato Pirri). Estaba rebosando de pulgas, garrapatas y ácaros, así que para manipularlo nos embadurnamos de aután, y Mugen se dedicó a desparasitarlo con una pinza. Aunque las pulgas del erizo son específicas (Archaeopsylla erinacei), también nos picaban a nosotros.

Dieron las siete, y me fui desesperada a por la leche. Era evidente que no tenía mucha energía, y que no iba a despertar si no conseguía algo de alimento. Recé para que tuviera suficientes fuerzas para hacer una digestión mientras esperaba entre los cabritillos, que me mordisqueaban el vaquero, a que la madre de mi vecino me llenara un botecito de leche.

Llegué a casa con un cuarto de litro de leche de cabra recién ordeñada, hice rápidamente la disolución de dos partes de leche y una parte de agua, y se la dimos poquito a poco. Le hice un masajito vertical en la tripa, para estimularle la defecación; hacia las ocho y media de repente tuvo un espasmo, se hizo una bolita, dio un gritito y se orinó en mi mano. Pero después de eso empezó a reaccionar. La lengua ya no le caía fláccida, sino que se quedaba en su sitio, y tragaba mejor. Cuando cayó la noche ya nos seguía con la mirada y movía un poco las patitas. Le dí más leche a las once, y fui alternando leche con agua, para intentar rehidratarlo, y luego me esperé a las dos de la mañana para otra toma, ya que la web de los erizos decía que a esa edad hay que darles leche cada 3-4 horas. Como hacía frío al raso, y cuando se está desnutrido y se ha estado desmayado es difícil conservar el calor, lo metí en casa, en un cubo, con una bolsa de agua caliente que comprobaba cada hora, y lo tapé con una tela de chándal.

A las 7 de la mañana había trepado solito a lo alto de la bolsa y estaba muy espabilado. Le dí una toma más y me volví a acostar. Sin embargo, a las 10, cuando fui a verlo, había vuelto a desmayarse. No pude darle más leche, y aún no me había llamado el del centro de recuperación para decirme a qué hora venía. Lo saqué a fuera, e intenté animarlo como a la víspera, pero cada vez respiraba menos. Para colmo, el hombre del centro de recuperación se había perdido por la urbanización.

Cuando por fin se lo llevaron, me sentía fatal. Le había redactado un informe al veterinario para que supiera qué había comido y qué había pasado. Ya no sabía qué le ocurría, ni qué podía hacer para que sobreviviera. Y me sentía culpable de no haber intentado averiguar antes su edad, ni si podía haberles ayudado antes si los hubiera pesado cuando nos los encontramos.

12 comentarios:

  1. No te sientas culpable... has salvado uno y vivirá.. ya lo verás.

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    1. Acabo de hablar con la veterinaria del centro de Los Hornos. No sobrevivió a la noche, aunque la veterinaria se lo llevó a su casa para darle las tomas. :(

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  2. Cariño eres una persona maravillosa!!! gracias por ocuparte tanto, ya recibiras noticias que el pequeñin está bien...

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    1. Gracias por el piropo, Kitara. Pero estaba muy mal, aunque sobrevivió al viaje, no lo hizo a la noche. :(

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  3. Es una historia triste, espero que se recupere, pero la vida es dura, a veces, hasta para los ericitos, sobre todo huérfanos y desvalidos. ¡Animo!. Hiciste lo que pudiste.

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    1. Los pobres, con lo bonitos que eran... y ya no queda ninguno.

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  4. Hiciste lo que pudiste.... pero era demasiado chiquitín. Para otra vez sabrás reaccionar mejor, ya verás!

    Abrazos.

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    1. Eso espero, pero no sé cuántas veces en la vida me volveré a encontrar con una camada de ericitos... y como soy bióloga, siento que debería haber sabido más, haber intentado averiguar su edad mucho antes... es como si un médico se encuentra a alguien tirado en la puerta de su casa, y piensa: mejor no lo molesto, no vaya a ser que esté durmiendo. Y día tras día se lo encuentra allí, hasta que un día se da cuenta de que puede que esté enfermo. Y para cuando avisa a unas ambulancia ya no pueda salvarse.

      Gracias por los ánimos. Besos

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  5. Porfa.... ¿puedes quitar la palabra de confirmación ésa que pide el blog que metamos antes de publicar el comentario? Es un engorro....

    Gracias!

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    1. Es que antes de ponerla, me entraban muchos comentarios de spam, desde que la puse han dejado de hacerme publicidad en los comentarios. Hay mucho trafico en este blog, y es lo que pasa, los robots lo rastrean y vienen a ponerme enlaces a blogs que no tienen nada que ver con el mío, o de empresas que quieren venderme viagra... y borrar esos comentarios sí que es un engorro. ¡Lo siento! Pero si la quito no puedo evitar que los robots me llenen esto de basura...

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  6. Vaya! Una historia triste, entiendo que te sientas apenada. Pero, por lo que sé, los erizos de tan corta edad son complicados de sacar adelante, incluso por parte de profesionales y contando con medios adecuados. Hiciste lo que pudiste, y no todo el mundo se toma tantas molestias en una situación como esa...

    Besos!

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    1. Hola, Rafa. ¡Qué bueno saber de ti! Sé que era complicado, pero la cosa se complicó aún más al no saber hasta el último día que eran tan pequeñitos. Y es verdad, seguro que más de uno los habría dado por muertos desde el primer momento...

      Gracias por pasarte por aquí. ¡Un beso!

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