miércoles, 1 de febrero de 2012

Diario de Viajes. Mar Rojo III. El día a día en el yate Julliet.



Amanece sobre el Mar Rojo. Son apenas las 4 y media. El silencio es impresionante.


Nos acurrucamos bajo las mantas en la terraza. En los camarotes hace mucho calor y el bamboleo del barco se nota mucho más, así que la mayoría decidimos dormir aquí arriba, en la terraza, al rebujo. A las 5 se encenderán las máquinas, el penetrante olor a gasolina y aceite nos envolverá y Willy vendrá a despertarnos con su ¡BREEEEFFIIIIIING!

Antes de entrar en el agua, Willy nos da el brifing obligatorio. En una pizarrita vileda, Willy nos hace un dibujo de la zona que vamos a visitar y la ruta que vamos a seguir, además de contarnos lo que vamos a ver. Es imprescindible bajar con una idea en la cabeza sobre lo que te vas a encontrar ahí abajo.



La primera inmersión es a las 6 de la mañana, antes del desayuno general, aunque yo tengo que pedir algo de fruta para poder sobrevivir. Un día no comí nada antes de la primera inmersión; recuerdo que me cansé mucho y consumí más aire del normal, y al salir del agua no podía con el equipo; de hecho, apenas podía quitarme el traje. Me parece que me desmayé...


El agua no está muy fría (según mi diario de buceo, unos 29ºC) pero aun así, yo me pongo mi traje de 7mm con capucha y todo. En contraste con el calor de fuera, el agua fresquita te reanima. Como soy la que menos inmersiones tiene (unas 40), y por lo tanto, la más inexperta, Willy me adopta como pareja de buceo permanentemente. Eso me da cierta seguridad; al menos, sé que conoce la zona y no nos perderemos.
La primera inmersión acaba sobre las 7 o así. Como el sol aún no está muy alto, hay que esperar a la segunda (tras el desayuno, a las 10) para ver realmente paisajes y zonas realmente preciosas, aunque todas las inmersiones son sorprendentes. Tras la inmersión, desayuno y a descansar. Desde la terraza hay unas vistas preciosas, sopla una brisita estupenda y se puede tomar el sol, que en Noviembre es un gusto. Y cuando volvamos va a ser un choque...

La segunda inmersión nos pilla menos dormidos. El traje frío y húmedo ya no te sorprende tanto, y te echas más animado al agua. A mí siempre me cuesta compensar los oídos, aunque a partir de 8m ya no tengo problemas. Menos mal que Willy es paciente y no me mete prisa para que baje.


Si la inmersión no es un recorrido circular (salida y llegada al barco), entonces los barqueros vana buscarnos al punto de final de recorrido. Para el que no lo sepa, cuando decidimos acabar la inmersión, se infla una boya roja (conocida como "salchicha" porque es alargada) para indicar nuestra posición. Inflamos nuestros chalecos y esperamos tranquilamente, flotando, hasta que llegan.

Un día se nos estropeó el motor diesel de la zodiac. La corriente nos llevó sobre un arrecife que estaba a menos de medio metro de profundidad, así que no tuvimos más remedio que levantar el motor y esperar a que la corriente nos sacara del arrecife, para que pudiera acercarse la otra lancha a remolcarnos con un cabo.




En la foto, estoy detrás de un pez león, el segundo pez más venenoso del Mar Rojo. A las 12, tras la segunda inmersión, se hacía la comida fuerte del día. En el salón comedor se servían los platos, en una barra, y cada uno se acercaba hasta allí para servirse su plato. Teníamos refrescos, además de agua, y había una máquina de agua caliente con bolsitas de té para que en cualquier momento pudieras hacerte una infusión. A mí me ponían platos que me hacían sufrir bastante, porque aunque me había llevado mis macarrones de arroz, me los ponían solos!! No había con qué mezclarlos... Pero bueno, sobreviví a base de fruta. Comía muchas manzanas y también guayabas (allí las llaman guabas), que me han encantado. Pero en España no las encuentro... sólo puedo recordar su sabor cuando voy a la taberna irlandesa y me pido un zumo de guayaba, que me pone nostálgica perdía. 




Tras la segunda inmersión, siesta, porque a las 15h hacíamos la tercera. Después de varios días, algunas veces la retrasábamos hasta la puesta de sol, a las 5 o así, para poderla acabar como una inmersión nocturna. En esta foto estoy con dos peces payaso del Mar Rojo, que no son naranjas, sino amarillos y ocres, pero son igual de territoriales. ¡Salían de las anémonas para atacarnos!

Mientras esperábamos a que vinieran a por nosotros, disfrutábamos de la puesta de sol. Cuando llegábamos al barco, cenábamos y descansábamos tranquilamente, muchas veces con el barco ya fondeado. La cuarta inmersión, nocturna, era opcional, yo creo que de 7 hice 3 o así, porque muchos días estaba muerta de cansancio, después de la tupa de inmersiones. ¡El primer día me fui a la cama a las 20,30h!






Tras las inmersiones y la cena, nos encaramábamos a la fabulosa terraza, en al que soplaba fresquito marino, y nos hacíamos masajes unos a otros para quitarnos los dolores del día.




Muchas veces la armábamos. Tenían cerveza, decían de otras excusiones que las dejaban allí. Los que la probaban decían que estaba malísima, pero aun así se la tomaban. Cantábamos, bailábamos, repasábamos las fotos del día o simplemente disfrutabamos del sueve balanceo del barco. Bueno, eso último sólo a partir del tercer día, porque yo, con biodramina y todo tardé, mucho en acostumbrarme, y mucho más en desacostumbrarme a vaivén contínuo.


Una noche, vimos que Bunni y Willy se iban en la zodiac, y se metían en la oscuridad. Una hora después, les vimos volver con dos pescados enormes, y estuvimos viendo cómo lo limpiaba perfectamente con artes de pescadero experimentado, usando sólo un tenedor y un cuchillo con sierra, y un cubo que llenaba en el mar para limpiar las escamas que caían al suelo. Al final, el tenedor terminó en el fondo del mar por un pequeño descuido...

3 comentarios:

  1. Tan solo puedo decir... QUE ENVIDIA ME DAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASS!!!!

    Joder.... que chulo! yo quiero! T.T

    Envidia sana y cochina que me has dado... pero solo digo una cosa: aunque sea como guiri con dinero, un día ire a una isla de estas to chulas y pagaré por unas clases de submarinismo... jeje.


    Un beso!! =)

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    Respuestas
    1. Jeje, no hace falta que te vayas a una isla paradisiaca. En España o Portugal tenemos muchos sitios en los que parece el Caribe.. y mucho más cerca. ¡Vente conmigo ahora cuando vaya a bucear a Portugal, en cuanto mejore un poco el tiempo!

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    2. Te tomo la invitación V.V

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