Hace algunas semanas fui de nuevo al campo, a rabilarguear un poco. Sólo me quedaba un examen, y ya estaba que me subía por las paredes, lampando por un poco de aire campestre. Esta vez nos acompañaron David y Pablo, dos novatillos que habían venido el día de los anillamientos.
Charlamos animadamente mientras llenábamos las jaulas de pan y nos dirigíamos al Café Rabúo, en Villar del Rey, mientras se llenaban. Luego, como no esperábamos mucha afluencia aviar, nos acercamos a ver si encontrábamos un nido de Águila Perdicera, pues hacía varios años que el que se conocía por la zona se había perdido. Al llegar al lugar, donde se podía sospechar que se había trasladado, la primera en la frente. Justo delante de nosotros, entre las rocas, se alzaba, enorme, el nido.
Charlamos animadamente mientras llenábamos las jaulas de pan y nos dirigíamos al Café Rabúo, en Villar del Rey, mientras se llenaban. Luego, como no esperábamos mucha afluencia aviar, nos acercamos a ver si encontrábamos un nido de Águila Perdicera, pues hacía varios años que el que se conocía por la zona se había perdido. Al llegar al lugar, donde se podía sospechar que se había trasladado, la primera en la frente. Justo delante de nosotros, entre las rocas, se alzaba, enorme, el nido.
No nos quedamos mucho. Las vacas de una finca lindante se nos acercaron y nos rodearon, acercándose peligrosamente...
Nos fuimos de allí, con pocas esperanzas de capturas. Aun así, el día se dio bien, cerca de treinta pájaros cayeron; sólo 3 nuevos. Se supone que al empezar la época de cría (final de abril) el 90% de la población está censada. Se nos acabaron los pichinglis para poner las marcas alares, así que hay algunos que no las llevan. Sesión de peluquero Llongueras, para eliminar algunas plumas cobertoras del dorso que las tapan, peso, medir y fuera.
Al volver, saliendo de la finca, el Pajarero y yo pusimos un poco a prueba a Pablo y David sobre las especies de pajaritos que íbamos encontrando sobre las vallas, revoloteando aquí y allá. De pronto nos paramos para observar, admirados, un ratonero (Buteo buteo) que había posado en un prado verde, hasta que nos dimos cuenta de que no podía volar.
Lo cogimos y, aunque al examinarlo no descubrimos ninguna quebradura ni herida, llamamos al centro de recuperación de Los Hornos, en Sierra de Fuentes, para que nos mandaran a un agente del Seprona.
Una vez más, mi jaula frutera ha sido todo un éxito, aunque esta vez hubo que utilizar los pulpos para evitar que se nos escapase. Estaba muy estresado, el pico abierto completamente; había momentos en los que pensaba que se nos iba, porque se quedaba muy quieto, pero otras veces abría las alas de una manera impresionante.
El lunes llamé al centro de recuperación, porque el Pajarero pensaba que no iba a pasar de a primera noche. Parece ser que había recibido un disparo, pero recibí una grata noticia: había sobrevivido al fin de semana, e incluso había empezado a comer solo. En dos semanas podría volver al campo.
Nos fuimos de allí, con pocas esperanzas de capturas. Aun así, el día se dio bien, cerca de treinta pájaros cayeron; sólo 3 nuevos. Se supone que al empezar la época de cría (final de abril) el 90% de la población está censada. Se nos acabaron los pichinglis para poner las marcas alares, así que hay algunos que no las llevan. Sesión de peluquero Llongueras, para eliminar algunas plumas cobertoras del dorso que las tapan, peso, medir y fuera.
Al volver, saliendo de la finca, el Pajarero y yo pusimos un poco a prueba a Pablo y David sobre las especies de pajaritos que íbamos encontrando sobre las vallas, revoloteando aquí y allá. De pronto nos paramos para observar, admirados, un ratonero (Buteo buteo) que había posado en un prado verde, hasta que nos dimos cuenta de que no podía volar.
Lo cogimos y, aunque al examinarlo no descubrimos ninguna quebradura ni herida, llamamos al centro de recuperación de Los Hornos, en Sierra de Fuentes, para que nos mandaran a un agente del Seprona.
Una vez más, mi jaula frutera ha sido todo un éxito, aunque esta vez hubo que utilizar los pulpos para evitar que se nos escapase. Estaba muy estresado, el pico abierto completamente; había momentos en los que pensaba que se nos iba, porque se quedaba muy quieto, pero otras veces abría las alas de una manera impresionante.
El lunes llamé al centro de recuperación, porque el Pajarero pensaba que no iba a pasar de a primera noche. Parece ser que había recibido un disparo, pero recibí una grata noticia: había sobrevivido al fin de semana, e incluso había empezado a comer solo. En dos semanas podría volver al campo.
Hola Kota, desde luego que así los cazadores (escopeteros) no van a limpiar nunca su mala reputación. Me alegro que se esté recuperando el ratonero (o busardo, extraño nombre con el que algunos le insultan)y a ver si pronto está planeando por las dehesas de Valdesequera.
ResponderEliminar