viernes, 30 de noviembre de 2012

La primera nevada. Cosas de Salamanca



Qué bueno es desayunar un trozo del bizcochito de plátano y un cacao caliente mientras por la ventana ves la primera nevada del año. Estamos a 3ºC según mi termómetro...

¡Feliz viernes!


martes, 27 de noviembre de 2012

Cosas de la urbe (y de ser una bióloga en la urbe). Hacer croquetas.

Estar desmenuzando y limpiando la gallina que has echado en el caldo para hacer croquetas, y que los trozos amarillos y tiesos te recuerden a cuando herviste y limpiaste un tejón para el departamento de Vertebrados.

Que el olor del tejón hervido te recordara al del cocido.

Que se asocien los dos recuerdos y ya no sepas si el caldo de gallina huele a tejón, o el caldo de tejón olía a gallina.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Buceo en Sesimbra a la aventura.

NOTA: Tenía este post escrito desde hace meses, pero estaba esperando a que me pasaran las fotos de la inmersión. Visto que el chico con el que buceé no se ha puesto en contacto conmigo, ya las doy por perdidas.

A finales de junio, mientras preparaba el post de bichitos del Mar Rojo, me entró una morriña enorme. Hacía casi un año que no buceaba y mi seguro estaba a punto de caducar. Y no tenía perspectivas de vacaciones ni de playa. 

Así que a la mañana siguiente le dije a Mugen que si le apetecía hacer una locura. Y decidimos irnos a Sesimbra, en Portugal, a pasar un día en la playa, y echar un buceíto. Aunque las máximas para el domingo fueran de 23ºC y hubiera bastante poniente.


Así que después de una noche de concierto en la Universidad del Metal, viendo a Satcconia (un grupo en el que toca un amigo de Mugen), nos levantamos tempranito y cogimos el caminito a Portugal. La tarde anterior había llamado al centro de buceo para confirmar que iban a salir y que tenían sitio para mí. Les dije que iría a la inmersión de las 13:30, ya que para estar allí para la de las 8:30 tendría que salir a las 5 de la mañana y no iba a poder ser. 

Así que a las 11:30, hora portuguesa, estaba en la puerta del centro de buceo (Anthia Diving Center). Menos mal que se me ocurrió ir directamente allí, aunque faltara tiempo, ya que por problemas de viento iban a adelantar la inmersión a las 12. Y porque Jory había entendido que iba a ir a la de las 8:30... la próxima vez le hablaré más despacio y con sintaxis más simples, porque el portuñol es un idioma bastante complicado.

Total, que fue llegar y empezar a montar el equipo. Iba a ser la segunda o la tercera inmersión del chaleco y del ordenador, que me había comprado en las visitas a Sevilla (porque ya que íbamos al médico, tenía que aprovechar el paseo, ¿no?). Como siempre, hacía un año que no buceaba, pero en seguida recordé cómo se ponían las cosas, monté el chaleco con la botella, hice las comprobaciones de seguridad de los reguladores y me puse el traje.

Mugen se debatía entre quedarse tomando una cervecita en el bar o acompañarme en el barco hasta mi inmersión y esperarme allí. Me acompañó con el carrito del equipo hasta el puerto, donde nos unimos a mis tres compañeros, un muchacho que se estaba sacando el open y su divemaster y un amigo de ellos.

Al final Mugen se animó y se subió al barco. Se puso un poco nervioso cuando iba llegando el momento en el que tenía que echarme al agua, pero me ayudó a ponerme los trastos. Me puse el chaleco en el agua, porque me resulta más cómodo (ya que soy tan chiquinina, prefiero la no-gravedad del agua a tenérmelo que cargar a los hombros, aunque sea solo un minuto). Se nota mucho el cambio de usar el cinturón con los tres plomos, a meter dos en los bolsillos de lastre de mi nuevo jacket, ¡¡es un descanso para los riñones!! Me puse el ordenador y los guantes y empezamos a bajar.

Como siempre, mis oídos no quisieron ni oír hablar de bajar (jeje, qué chiste tan malo), así que estuve cerca de 15 minutos para compensar los primeros 8 metros. Es complicado cuando el agua está a 16ºC, no hay cabo por el que bajar, hay corriente y dos buceadores te miran desde el fondo un poco aburridos. Aun así, lo conseguí, y empezamos el recorrido.

Estábamos a las afueras del dique del Porto de Abrigo, porque había bastante poniente, y el agua se ensucia mucho allí con este viento; además, el mar estaba bastante rizadillo fuera de la ensenada, así que estuvimos entre las piezas de hormigón tetraédricas que formaban el dique.

Llegamos a 15 metros y algo, pero la visibilidad estaría entre 6 y 10 metros, dependiendo de la profundidad. Hicimos más bien roqueo, aunque sin tocar mucho las piedras, porque había muchos gobios de colores y no quería asustarlos. Me llamó mucho la atención la falta de erizos de mar; mientras que en las costas granadinas hay lugares en los que tapizan prácticamente todo el espacio, aquí yo conté 6 en toda la inmersión.

También vimos bastantes crinoideos (sobre todo Aiptasia mirabilis) y poliquetos (Sabella spallazani); algunas esponjas (Axinella polipoides y Crambe crambe), un nudibranquio pequeñito que no he sabido identificar, y una sorprendente gorgonia a tan sólo 10m de profundidad.

También había mucho pescado. Distinguí  sargos (imperial, Diplodus cervinus, y puntazo, Diplodus puntazzo), muchos fredis (Thalassoma pavo) en fase macho y en fase hembra, julias (Coris julis) y salmonetes, además de los gobios, las momas y los blénidos que pululaban sobre las rocas, cubiertas de plumas de mar.

Los gobios son peces bentónicos que viven apoyados sobre el fondo, ya que sus aletas ventrales se han modificado para formar una ventosa. Los blénidos, también conocidos como peces babosa, no poseen escamas y tienen unos tentáculos supraorbitales y nasales, apoyando las aletas pélvicas sobre el suelo. La diferencia con las momas, que también viven sobre el sustrato de manera similar, es que éstas tienen un hocico alargado y poseen escamas.

Tras 74 minutos bajo el agua helada, con los pies y las piernas insensibles, salimos a la superficie. Yo tiritaba, y hasta que no me di una buena ducha caliente en los vestidores del centro de buceo, no dejé de temblar.

Bucear da mucha hambre, y nos sentamos en el chiringuito para comer. Yo llevaba un pan de molde al microondas y unas hamburguesas caseras en una fiambrera, que junto con un poco de mayonesa se convirtieron en un manjar improvisado.


Y luego, ¡a la playa!


Con en frío que hacía, no apetecía bañarse, pero al solecito se estaba bien. En Semana Santa ya habíamos estado allí y nos había gustado mucho. Es verdad que en esta playa hace mucho aire, pero es grande y aunque haya gente no está atestada.


Pasamos la tarde allí, disfrutando de la libertad recién estrenada de ser una licenciada.

¡Quiero más!

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¡Amasa tikatomba! o cómo te cambia la vida un aparato bien comprado...

¿Alguien recuerda esa canción infantil que decía "amasa masa masa... amasa tikatomba... ¡o aloé, aloé, aloá!"?. ¡Pues es lo que canto yo cuando pongo en marcha a mi pequeñina! ¡Cada día la quiero más!

Me soluciona la vida con el pan de queso, con la masa de empanada, con los bizcochos y los brownies... ¡con lo que me cuesta a mí amasar cualquier cosa, o mezclar con varillas!

Por eso cada vez que la pongo en marcha, ¡me entra una alegría por dentro...!  y más cuando mi casita huele a pan recién hecho, que siempre ha sido una de las ilusiones de mi vida, desde pequeñita...Aunque ocupa un poco en mi cocina de pin y pón, ¡es una de las mejores compras que he hecho en mi vida!

domingo, 18 de noviembre de 2012

Cosas de la urbe. Las cotillas.

Estoy descubriendo esa especie en auge que son las cotillas de la escalera, contra las que ya me previno mi abuela en su tiempo.

Me encuentro a la señora Teresa en el pasillo. Cual ave rapaz de afilado pico, golpeándome en el hombro con uñas afiladas y una confianza que yo no le he dado, me pregunta:

-Qué, anoche llegaste como a las dos de la mañana, ¿no?¿Te divertiste?

Es un comportamiento típico de cotilla, averiguar tu horarios, tu ires y venires, tus lugares de trabajo y de ocio... no hay que darle información, porque su ansia viva es conseguirla, y cuanta más tiene, más quiere...

Dory, la cotilla de Samy

Guardaos de la cotilla de la escalera...

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Desesperaciones de una histaminósica VI - Evolución con la nueva dieta

Bueno, como mucha gente me ha preguntado por los resultados de la nueva dieta y el nuevo médico, aunque aún no tocaba una entrega de esta sección, creo que es interesante para mucha gente.

Como recordaréis, en Julio el alergólogo Dr. Lizaso (pro-HANA) me hizo unas pruebas de alergia en Jerez de la Frontera, dándome positivo Solanáceas, Astaráceas, Leguminosas y Rosáceas. Además me quitaron los frutos secos, miel y derivados. Con esta dieta, y Ranitidina150, he pasado los últimos meses. 

Lo primero que tengo que decir es que, hasta el cambio de dieta, yo había empeorado después de la mejora inicial. Tenía mucho cansancio, siempre tenía el estómago revuelto y tenía diarreas frecuentemente de nuevo. Muchos días no podía ir a clase, tenía sueño a todas horas del día (que empeoraba con el antihistamínico, llegándome incluso a dormirme conduciendo), y un desánimo que cada día me pesaba más. 

Tras la visita a Jerez, he retirado todos esos alimentos de mi dieta, y he intentado algunas reintroducciones de lo que no me dio positivo (cereales, naranja, zanahoria). El maíz me ha dado una reacción bestial (me dio reacción a los diez minutos, y luego tuve síntomas exagerados de HANA durante cuatro días), la naranja me sienta fenomenal (ya estoy todos los días tomando zumo), y la calabaza tambén; pero la zanahoria no está tan claro. Por otra parte, sm da un poco de respeto probar el trigo, y también me quedan por probar la avena y el centeno. Sigo tomando mandioca, y arroz, e intento llevar una dieta lo más equilibrada posible, teniendo en cuenta que me cuesta mucho encontrar hidratos de carbono. Verduras, se reducen a espinacas y calabacín, un poco de cebolla, puerro y ajo, aceitunas, espárragos... De fruta, naranja, plátano y uvas (a veces tomo aguacate, pero poco). Lo que más como es pollo, salmón, gambas, setas... proteínas, siempre acompañadas de arroz, o de pasta de arroz.

Por otra parte, he tenido que dejar las mermeladas y la piña, porque son muy ácidos y me sentaban mal. El plátano, si está maduro tampoco me sienta bien. 

Pero lo más importante, es que he pasado de tener días regulares y días malos, a tener días buenos y días malos. Las crisis (diarreas, migrañas, cansancio, desmayos) sigo teniéndolas con la misma frecuencia, pero los días que no las tengo, puedo hacer vida normal. Es una de las cosas que me animaron a decidirme a venirme a vivir sola este curso; tal como acabé el curso pasado no habría podido. 

El problema es que no puedo probar cosas nuevas viviendo sola. No sé qué reacción puedo tener, pero si por ejemplo tengo una bajada de tensión, debería estar acompañada, así que hasta que no voy a mi casa no puedo probar más cosas, además tengo que tener por delante tres días al menos para recuperarme.


En definitiva, el balance es bueno. En cuanto consiga probar la avena y el trigo creo que volveré a consulta, porque aún quedan cabos sueltos.

He vuelto al neurólogo, que me ha mandado al neurofisiólogo. Ambos me han escuchado con atención, y el último me ha hecho un electroencefalograma. Mañana recojo el informa, aunque los dos me han dicho que no tiene pinta de epilepsia. Así que vuelta a empezar la ronda descartes, de resultados negativos, de médicos escépticos y de "no te pasa nada, estás muy sana".

lunes, 12 de noviembre de 2012

Cosas de la vida en la urbe (nueva sección)

Bueno, inauguro esta sección para dejar pildoritas de cosas que sólo me podrían pasar en la vida urbanita. Para mí, después de tantos años viviendo en el campo, me resultan nuevas, aunque seguro que para muchos es absolutamente normal.

Conversación matinal-ascensoril con la señora Carmen, mi vecina del A.

-Uy, hoy no has madrugado tanto como la semana pasada, ¿eh?¿Se te han pegado las sábanas?
-Ya sabe, los horarios de las clases cambian.
-¿Y estás estudiando? 
-Sí, claro. 
-¿Y qué estudias?
-Biología. Vamos, ya acabé la carrera el año pasado, estoy estudiando el máster. 
-¡Con lo jovencita que eres! ¡Pero si yo pensaba que habías venido a estudiar el bachillerato! Yo te echaba menos de 18 años...
Y eso que iba pintada y con gafas... que me suelen dejar entrar en las discotecas sin pedirme el carné cuando voy así, que parezco un poco mayor. 

La llave de tu corazón


¡Cuidado, Mugen... tengo la llave de tu corazón!



domingo, 11 de noviembre de 2012

Arroz con leche sin leche

Me encanta que al entrar la casa huela a canelita... ¡del arroz con leche sin leche que me hace mi amorcito cuando viene! 

Es un estupendo desayuno, energético, y buenísimo. ¡Casi no hay diferencias con el arroz con leche normal; de hecho, éste me gusta muchísimo más!


Tengo que decir, que mí nunca me había hecho gracia el arroz con leche, hasta que mi amor me hizo éste el año pasado. De hecho, cada vez que viene me deja una buena provisión de arroz con leche...


Ingredientes:
  • 2 vasos de agua
  • 1 cucharadita de sal
  • 1 vaso de arroz redondo (una vez que no teníamos probé con basmati y quedaba un poco raro...)
  • 2-3 vasos de leche de arroz 
  • Peladura de naranja (o limón, al gusto)
  • 1 palito de canela
  • 10 cucharadas de azúcar
  • 1 cucharadita de café de agar-agar en polvo (comprado en Carrefur)
  • Canela en polvo para servir
Elaboración:
  1. Poner el agua a cocer con la sal, la cascara de naranja y el palito de canela. 
  2. Cuando rompa a hervir, se le añade el arroz.Cuando vaya haciéndose añadir un par de vasos de leche y el azúcar. Probar el caldo: si no pica en caliente, es que falta azúcar (al enfriarse pierde dulzor...). 
  3. Remover cada poco. Ir comprobando el punto de dulzor, de reducción y si el arroz está hecho. Si se queda seco, añadir un vaso más de leche de arroz.
  4. El almidón del arroz le da cierto espesor, pero si te gusta más cremoso, cuendo el arroz ya esté hecho añade una cucharadita de café de agar agar y hierve un par de minutos más, remezclando bien para que se reparta.
  5. Servir en un bol, decorar con canela en polvo y dejar enfriar (¡aunque a mí me encanta comérrmelo caliente!)

viernes, 9 de noviembre de 2012

Bizcocho de harina de plátano, arroz y mandioca dulce

El otro día, al salir de la uni me pasé por la tienda de productos sudamericanos que hay cerca para comprar harina de mandioca, y allí estaba: ¡harina de plátano!


En seguida pensé en un bizcocho, blandito, suave... ¡y lo he conseguido! ¡A la primera! Y hace ruidito de bizcocho cuando lo tocas! ¡Y ha subido un montonazo! Y... y... Claro, que la receta base que usé ya era buena de por sí, la del Bizcocho de natillas de Famalap.

La receta que usé fue esta:

Ingredientes:

  • 120g de harina de arroz
  • 60g de harina de mandioca dulce
  • 30g de harina de plátano
  • 120g de azúcar
  • 4 huevos grandes
  • 75ml de aceite
  • 150ml de leche de arroz
  • 3 cucharaditas de azúcar avainillado
  • Un toquecito de canela
  • 1 sobre de levadura química Hacendado
Preparación:

  1.  Mezclar en un bol las harinas y la levadura hasta que se homogeneicen. Reservar. 
  2. En la mezcladora (o a mano, pero es más cansado) batir los huevos con el azúcar. 
  3. Añadir u mezclar bien el aceite, la leche, la vainillina, y la mezcla de harinas poco a poco.
  4. Echar en un molde redondo, engrasado con aceite, y meter en el horno (con aire, 30min a 180ºC, sin aire 120-130ºC una hora). Pinchar de vez en cuando con un palillo (yo lo hago con uno de barbacoa, que es metalico y reutilizable) para ver como va por dentro.
  5. Desmoldar cuando esté frío, o al menos, templado (si no, se desmorona!)
  6. Decorar con azúcar glass (¡cuidado! la del mercadona acabo de darme cuenta de que tiene almidón de maíz... y ya está más que comprobado que el maíz no me sienta demasiado bien)
  7. ¡A comer!

jueves, 8 de noviembre de 2012

La Sanidad de antes ya no es la de ahora...

Al hilo del anterior post, os quería contar un par de cosas, que si no se conocen, no se aprecian, y ya que me han dado las facturas:
Paseo en ambulancia: 223€
Examen, gotero y manta: 100€
Que te digan que estás fingiendo: no tiene precio...
Ahí lo dejo, señores...

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Desesperaciones de una histaminósica V. En Salamanca.

No puedo dormir bien desde hace días. Tras el ajetreado finde en Candelario con los compis de Máster, he empezado la semana con un pequeño traspiés.

La adaptación al nuevo entorno (de mi cuerpo, se entiende) tras la mudanza no está siendo fácil. Se rebela cada tres o cuatro días. Y a veces me flaquea el ánimo. Las dudas me corroen. ¿He hecho bien en venirme a Salamanca? ¿No estaré forzando demasiado mi cuerpo? ¿Merece la pena?

Aquel lunes estaba yo tan tranquila, disfrutando de una preciosa clase de herpetos (después de cuatro días, empezábamos a ver bichitos, ¡por fin!) cuando de repente noté un cosquilleo en la nuca y me di cuenta de que debía de llevar un rato en las nubes, sin oír ni entender al profesor. Me dio tiempo a avisar a mi compañera de al lado. Luego, la niebla me envolvió. Y me desmayé. 

Cuando me desperté estaba en el suelo y ya habían llamado al 112. Esto luego me ha traído problemas y una larga semana de papeles, porque soy de compañía privada... menos mal que luego averigüé que los gastos (los cuales me había entregado en un papel antes de examinarme, nada más entrar en urgencias) me los cubría el seguro escolar.

Ese fue el recorrido de la ambulancia, de una flecha a la otra.
Mi facultad linda pared con pared con el Hospital.
Hoy me ha llegado la factura: 223€ por ir en ambulancia 30m.
En el Hospital Universitario (que está pared con pared con mi facultad) el único simpático fue el ambulancero, que me puso una manta al entrar antes de darme la factura, ya que tiritaba de frío. A la médica que me atendió y a las enfermeras casi les faltó acusarme de teatro y echarme de allí a patadas.

Se me acerca una enfermera y me sube la manga. 
Enfermera picajosa: Uy, quítate la sudadera, que así no te puedo tomar la tensión.
Me intento incorporar y casi me caigo de la camilla; todo me daba vueltas. Intenta ella desvestirme con malas maneras. 
Enfermera picajosa: ¡Pero cuánta ropa llevas? ¡Es que así no se puede venir aquí!
Comentario pensado: No se preocupe, que para la próxima vendré preparada y solo me pondré una blusilla...  si total, en Salamanca no hace frío, no...

Me aparcan en un pasillo y llega la doctora. 
-Doctora Dña Susceptible: ¿Qué te ha pasado, te has desmayado?
-Yo (tiritando): Sss... ss... sí.
-Doctora: Dicen que has tenido convulsiones. ¿Cómo han sido?
-Yo: No lo sé, estaba inconsciente. ¿Me puede poner otra manta, por favor? Tengo mucho frío.
-Doctora: Bueno, bueno, no será para tanto. Además, no tienes pinta de haber convulsionado, si lo hubieras hecho tendrías que estar hecha un desastre. 
Comentario pensado: Esto... no estoy aquí por gusto. De hecho le pedí al ambulancero que no me trajera... ¿En serio está pensando que todo es teatro?
Me está haciendo el historial, y cuando llego al HANA me mira por encima de las gafas con cara de perro y se da la vuelta para seguir escribiendo.
Cuando acaba, se va y aparece una enfermera. 
-Yo: ¿Me puede poner otra manta? ¡Es que tengo mucho frío!
-Enfermera: ¡Pero si ya tienes una!
-Yo: ¡Sí, pero tengo mucho frío!
-Enfermera (Coge la manta y me la pone con brusquedad): Bueno, bueno, te la pongo, pero ahora lo que tienes que hacer es relajarte un poco ¿eh?
Comentario pensado: Estoy tiritando, ¿no lo ve? No estoy nerviosa, ¡estoy hipotérmica perdía! ¿Es que le cuesta dinero echarme otra manta?

Mi amiga Marian, que me había acompañado, intercedió por mí y le explicó a la doctora Doña Susceptible todo lo que había pasado. Luego, me pusieron un gotero y me aparcaron en observación.

Estuve allí toda la mañana. La parte buena es que mis amigos se acercaron todos al salir de clase a ver cómo estaba, lo cual me animó un montón. Empecé a pedirle a las enfermeras que me quería ir ya, pero me dijeron que hasta que el análisis no llegara, no me podía ir. Empecé a mensajearme con mi madre (se suponía que no se podía usar el móvil allí, pero yo tenía mantas en las que esconderme, jeje) pero la mañana se me hizo eteeeerna.

Cuando por fin llegó el análisis, la doctora Dña Susceptible no aparecía. Me empezaron a dar retortijones (con eso se me pasó el frío) y se me acercó una enfermera porque me vio retorcerme.
-Enfermera agradable: ¿Te pongo algo? ¿Llamo a la doctora?

-Yo: No hace falta, esto me pasa siempre.
-Enfermera agradable: ¿Siempre que te desmayas?
-Yo: No, siempre en mi vida diaria.
Al final me soltaron a mediodía.
-Doctora Dña Susceptible: Te voy a hacer el informe, el análisis está bien. ¿Quieres algo de comer, tienes hambre?
-Yo:
No creo que tengan nada que pueda tomar yo.
-Doctora Dña Susceptible: ¿Quieres un vaso de leche?
-Yo:
No puedo tomar leche, soy alérgica.
-Doctora Dña Susceptible: ¿Y un bocadillo?
-Yo:
Soy alérgica a todo, creo que ya se lo expliqué antes, por el HANA. No creo que haya nada en el hospital que me puedan dar. -Doctora Dña Susceptible: ¿Qué puedes tomar? ¿Un vaso de agua?
-Yo:
No puedo tomar agua, me sienta mal. ¿Tienen plátano?
-Doctora Dña Susceptible: No.
-Yo:
Pues entonces nada. 
-Enfermera antimantas:
¿Y entonces qué comes?
-Yo:
Arroz, pollo, jamón, pescado... el pan y la repostería me los hago yo, pero como arroz casi todos los días.
-Enfermera antimantas: Hija, qué aburrimiento.
-Otra enfermera:
Eso es que tus padres te hicieron sin ganas.
-Enfermera antimantas: ¿Es que venías sin tiket? Lo mismo por eso no te pudieron descambiar...

Las enfermeras cogieron carrerilla mientras me daban el alta (¡Bendito alta! aunque tuve que suplicarle a la doctora casi de rodillas que especificara que era una urgencia vital y que había ingresado en ambulancia, que ya me ha ocurrido otra vez que por no poner eso, la compañía me hizo pagar a mí la noche en el hospital... brrr).

Fuera estaban esperándome casi toda la gente con la que he ido a Candelario, y Ali, Carlos y David al final se quedaron conmigo a comer para asegurarse de que no me volvía a pasar nada. Me animaron la tarde enseñándome fotos de otros años y viendo vídeos chorras, por lo que no tuve mucho rato para darle vueltas a la cabeza.

Me sentía un poco rara, por una parte tenía una mezcla de vergüenza, preocupación y malestar por lo que había pasado por la mañana, pero por otra parte me reconfortaba -y mucho- el haber visto el apoyo y el cariño que me habían demostrado mis amigos, cuando hace apenas un mes que nos conocemos.

Pero luego sí que tuve tiempo para pensar...

Llevo dos semanas como con las pilas descargadas. Algo pasó ese día que me ha dejado hecha polvo. No tengo energías para nada. Incluso subir unas escaleras me marea, y me tengo que parar cada pocos escalones, como las viejecillas.

He ido al médico de cabecera, que me ha pedido una analítica (en la que por supuesto no me ha salido nada -va y me dice "Bueno, hay que alegrarse de que no te ha salido nada positivo, eso descarta muchas cosas" y yo pensando en que lo que más quiero ahora es que me salga algo positivo, para poder solucionar esto de una vez!) y me vuelve a mandar a la ronda de siempre: neurólogo, internista, cardiólogo, y un laaaargo etc... Os apuesto lo que queráis a que repetimos lo que hace 12 años que me están buscando y no van a encontrar nada.

Como decía mi querida abuela Celina, voy a morir en perfecto estado de salud. No me pasa nada, pero me pasa todo. ¿Me desmayo y me dan convulsiones? Bueno, pero estate tranquila, que lo tienes todo bien, en los análisis no sale nada raro.

¿Y entonces?

Lo único que parece que está mereciendo la pena son las experiencias que estoy viviendo, vivir sola, la gente que estoy conociendo... Además, el máster se ajusta a mis expectativas. Lo que no lo hace es mi estado de salud, que hace que sea un martirio levantarse por las mañanas y arrastrar el culo 800m hasta la facultad (tardo 10 minutos andando... y se me hacen eternos) y aguantar allí toda la mañana y muchas tardes.

Las clases son interesantes, me encantan casi todas las asignaturas... pero me estoy echando a temblar ahora que empiece a salir a muestrear para el TFM al monte, a hacer censos de arrendajos en el bosque, colocar cámaras trampa, etc... ¡Quiero aguantar! ¡Quiero que mi cuerpo me siga a donde quiero ir! ¡Quiero vivir de una manera normal, sin asustar a la gente cuando hago un esfuerzo que para los demás es perfectamente asumible!

No quiero ser la pupas, la hipocondríaca, la que se observa demasiado, la que pone excusas para todo, la que siempre está mala, la floja, la rara, la quejica, la carga... No quiero. Me niego en redondo. Antes muerta que sensilla.

Y cada vez que escucho a alguien llamarme así me arden las entrañas. 

¿Qué me queda? ¿No decirle a la gente que no voy porque estoy con una crisis? ¿Esperar a caerme redonda en medio del bosque, o de la clase? ¿Exprimir mis fuerzas al límite, hasta que mi cuerpo no dé más de sí?
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...