lunes, 2 de enero de 2012

Diario de Viajes. Mar Rojo I. Llegada a Sharm el Sheik



Llegamos a Sharm el Sheik de noche. El aeropuerto nos aguardaba una sorpresa desagradable: 10 de las 14 maletas se habían quedado en el Cairo. Hubo que pagar una "propina" (soborno) al encargado para que fuera a buscárnoslas cuando llegaron al día siguiente.

El vuelo fue Madrid-Cairo-Sharm el Sheik. Salimos el día 6 de noviembre a mediodía y llegamos 3 o 4 horas después a El Cairo, donde cogimos el enlace a Sharm. El problema fue que tuvimos que esperar en el avión de El Cairo como dos horas a que volvieran a vaciar el avión, porque parecía que había exceso de peso de equipaje.

El bus  nos esperaba a las 2 de la madrugada (hora española) para llevarnos al yate, en el Puerto Travco. Estábamos verdaderamente cansados pero también muy ilusionados de haber llegado por fin, aunque nos faltaran 10 maletas.



Al llegar al barco nos quitaron los zapatos y los pasaportes, cosa que me asustó un poco, la verdad. También se quedaron con nuestros permisos de buceo. Creo que era para que no abandonáramos el barco mientras estuviéramos en el puerto. Y lo de los zapatos para que no pisoteáramos el interior (por aquello de la costumbre oriental... sólo podíamos usar las chanclas y aun así nos ponían mala cara...)

Después de comer ya había llegado las maletas. Comimos y pudimos colocar nuestros equipos para poder hacer una primera inmersión cerca de Sharm.

Por fin arrancamos y nos fuimos a remojarnos, después de la angustiosa espera de los equipos que se habían quedado en El Cairo.
Al camarero, el bueno de Abdul, le hizo mucha gracia que yo llevara una túnica de estilo árabe (me la había comprado meses antes en Marruecos). La verdad es que era muy práctica para el calor que hacía allí en pleno Noviembre, y la brisita marina.


El equipo de los cabrones, con miles de inmersiones a sus espaldas. ¡Un gustazo bucear con tan buena gente, y con tanta experiencia!
Mi amigo Pablo merece una mención especial. Si no fuera por él, quizás no habría ido a este maravilloso viaje. Gracias, Pabletas, por tanto momentos, tantas inmersiones y tantos recuerdos inolvidables.

Con Javi también buceé alguna vez antes de ahora. Siempre es bueno conocer de antes a tu pareja y tener alguna inmersión en común, ya que debajo del agua todo es intuición a la hora de comunicarse.
Este es mi amigo Carlos el Malagueño, que fe mi compi algunas veces (cuando el guía me dejaba, claro). El último día le picó un Pez León, en la última inmersión que hicimos.

Éramos cuatro chicas. Aquí estoy con Nay y Maibe, repasando las fotos de la última inmersión.

Y aquí con Nay y Cristinica, con un arrecife y los restos de un carguero naufragado.
Un gran grupo, al fin y al cabo, de procedencias y dedicaciones diferentes (Granada, Bilbao, y Badajoz; profesores, empresarios, estudiantes, militares y buceadores). A pesar de ser cada uno de nuestro padre y nuestra madre, el grupo funcionaba. Y aunque hace un año que ocurrió todo aquello, sigo teniéndoles muy presentes, y teniendo pendiente un nuevo viaje con ellos (cuando los dineros lo permitan, claro...)

2 comentarios:

  1. Menudo viaje! Me pudo imaginar lo que disfrutaste! Yo estuve en Hurgada hace unos años y fue una experiencia maravillosa, tanto las inmersiones como todo lo demás que vivimos allí. Feliz año, Marta, que sigas viviéndolo todo con la misma ilusión! Un abrazo!

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  2. Muchas gracias, Atanasio!! Feliz año para ti también. La verdad es que lo repetiría con los ojos cerrados si pudiese, porque ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Y ya que buceas, lo mismo podemos organizar alguna expedición conjunta, jeje! Un beso!!

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