Hoy hemos hecho la última salida al campo hasta dentro de un mes. Jo, qué mono nos va a entrar. Y después de todo lo que hemos visto hoy...
Llegué la primera (cosa rara) al punto de encuentro, pero un minuto después llegó Pomulates y el Pajarero, casi a la vez. Llevaba chispeando desde que amaneció, y temí que se hubiera suspendido la sesión. Pero como dijo luego el Pajarero citando a Napoleón, siempre nos queda la retirada y la victoria.
Poco antes de llegar me quedé frita... zzz... cosa que Pomulates y el profesor aprovecharon para llenar de pan las primeras jaulas sin despertarme. La verdad es que me vino bien la siestecita... Después de llenar las otras dos jaulas bajo una fría llovizna, nos fuimos a Villar del Rey a desayunar, a esperar que los rabilargos cayeran en las trampas. No dejamos de hablar de Doñana y de cosas curiosas y graciosas que nos habían pasado, y luego nos volvimos a Valdesequera. En el camino vimos las primeras grullas (Grus grus) cerca de la laguna de Berrinchonas.
En la segunda y la tercera había menos, pero cayeron al menos una familia de tres herrerillos (Parus caerulerus) y un carbonero (Parus major), y un montón de estorninos comepienso ya con el plumaje de invierno (Sturnus vulgaris).
Luego nos dividimos para la segunda ronda. Pomulates y yo fuimos solas a la jaula del fondo mientras el Pajarero revisaba la de Berrinchonas. Mientras íbamos pensando en hacer autoestop para llegar, vimos revolotear desde el camino un pájaro dentro de la jaula. Descartamos tórtola turca, mirlo e incluso rabilargo, porque era enorme. Abrimos la puerta de la finca, intrigadas, y nos acercamos rápidamente. Corriendo hacia la jaula, distinguimos unas garras potentes y amarillas, unos ojos grandes, redondos y también amarillos, y un pico curvo lleno de sangre. No era una paloma. No era un mirlo.
Era un gavilán (Accipiter nisus). Y acababa de merendarse un estornino.
Corrí a avisar al Pajarero mientras Pomulates vigilaba que no se comiera más bichos, pero no le encontré, así que me volví con ella. Por suerte, no había caído ningún rabilargo en la jaula; no sé si nos habríamos atrevido a entrar en la jaula con ese peaso bicho allí... capaz de decapitarnos a nosotras también. Cuando estaba a punto de entrar en la finca, apareció el Pajarero, que había sospechado que algo pasaba cuando no habíamos vuelto al coche.
Utilizando la funda de cuero de los prismáticos, entró en la jaula y lo atrapó.
Nos lo pasamos de unos a otros y nos lo llevamos al coche, donde el Pajarero casi se arranca de los pelos al ver que al final no había echado las anillas del resto de los pájaros, que sólo había traído de rabilargos...
Cuando Cancho y Franki se enteren de lo que se han perdido hoy...
Poco antes de llegar me quedé frita... zzz... cosa que Pomulates y el profesor aprovecharon para llenar de pan las primeras jaulas sin despertarme. La verdad es que me vino bien la siestecita... Después de llenar las otras dos jaulas bajo una fría llovizna, nos fuimos a Villar del Rey a desayunar, a esperar que los rabilargos cayeran en las trampas. No dejamos de hablar de Doñana y de cosas curiosas y graciosas que nos habían pasado, y luego nos volvimos a Valdesequera. En el camino vimos las primeras grullas (Grus grus) cerca de la laguna de Berrinchonas.
En la primera cayeron alrededor de doce rabilargos, los cogimos entre Pomuates y yo, y también un pequeño petirrojo joven; las manchas de las rémiges le delataban.
¡Qué bonito era! Como un polvorón, o como un pompón de maquillaje.
secundarias indican que es joven¡Qué bonito era! Como un polvorón, o como un pompón de maquillaje.
En la segunda y la tercera había menos, pero cayeron al menos una familia de tres herrerillos (Parus caerulerus) y un carbonero (Parus major), y un montón de estorninos comepienso ya con el plumaje de invierno (Sturnus vulgaris).
Luego nos dividimos para la segunda ronda. Pomulates y yo fuimos solas a la jaula del fondo mientras el Pajarero revisaba la de Berrinchonas. Mientras íbamos pensando en hacer autoestop para llegar, vimos revolotear desde el camino un pájaro dentro de la jaula. Descartamos tórtola turca, mirlo e incluso rabilargo, porque era enorme. Abrimos la puerta de la finca, intrigadas, y nos acercamos rápidamente. Corriendo hacia la jaula, distinguimos unas garras potentes y amarillas, unos ojos grandes, redondos y también amarillos, y un pico curvo lleno de sangre. No era una paloma. No era un mirlo.
Era un gavilán (Accipiter nisus). Y acababa de merendarse un estornino.
Corrí a avisar al Pajarero mientras Pomulates vigilaba que no se comiera más bichos, pero no le encontré, así que me volví con ella. Por suerte, no había caído ningún rabilargo en la jaula; no sé si nos habríamos atrevido a entrar en la jaula con ese peaso bicho allí... capaz de decapitarnos a nosotras también. Cuando estaba a punto de entrar en la finca, apareció el Pajarero, que había sospechado que algo pasaba cuando no habíamos vuelto al coche.
Utilizando la funda de cuero de los prismáticos, entró en la jaula y lo atrapó.
típica de especies que tienen que volar en bosques,
haciendo muchos quiebros para cazar. Ornitófago.
Una vez que lo tuvo bien sujeto y tranquilo, no es muy difícil cogerlo, ni muy arriesgado. Consultamos la guía y vimos que era una hembra, probablemente joven por el color de la capa. No puedo describir lo que se siente al tenerlo entre las manos. haciendo muchos quiebros para cazar. Ornitófago.
Nos lo pasamos de unos a otros y nos lo llevamos al coche, donde el Pajarero casi se arranca de los pelos al ver que al final no había echado las anillas del resto de los pájaros, que sólo había traído de rabilargos...
Cuando Cancho y Franki se enteren de lo que se han perdido hoy...
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