lunes, 24 de septiembre de 2007

Doñana - ültima entrega doñanensis

ACTUALIZADO: ya he colgado las fotos!!


Uf, la última semana de estancia ha sido de infarto, aunque no lo parezca.La aventura se acababa...

Comenzó así:

El lunes salimos Jero y yo hacia Sevilla. Teníamos que encontrarnos allí con El Loco, en los aparcamientos de un centro comercial. Allí, Jero me intercambió por el Alemán y su Oso Polar. Yo me volví con El Loco y nos fuimos a hacer la compra. Es una nueva experiencia, el ir al Mercadona con un muchacho al que acabas de conocer y con el que vas a vivir los siguientes siete días.

Al llegar al Palacio, el director de la Estación Biológica nos echó la bronca. :S Aunque suene demasiado tópico, ¡no teníamos la culpa!

Estuvo lloviendo los siguientes tres días.

El jueves por la noche nos fuimos a cenar a Matalascañas con los de Cangrejos, que eran muy divertidos. Uno era como Tamariz, y estuvo haciendo trucos en el bar. También vino el capitán Kirk, de rapaces, y algunos de los conejos. Nos lo pasamos fenomenal, pero estalló una tormenta eléctrica de tres pares... Volviendo al palacio (al menos 14 kilómetros de tierra llana, llana) nos vimos rodeados de largas lenguas de rayos que recorrían el cielo de una punta a otra. Los del otro todoterreno volvieron con las luces apagadas... y subidos en las bacas del coche!! como pararrayos humano... pa'matasse.

Pomulates con Tamariz de cangrejos


Kike y El Loco durante uno de los trucos


Al llegar nos fuimos al Observatorio a ver la tormenta. Estuvimos allí hasta las cinco de la mañana, fotografiando los relámpagos.


Pomulates y El Loco salieron a darnos un susto y hacernos creer que eran jabalíes, pero terminaron peleándose en el barro.


Tres horas después, a las ocho de la mañana, El Loco, Kike, Franki y yo fuimos a Matalascañas, donde habíamos quedado con un anillador muy respetado (Luis García) para ir a anillar Zampullines (Podiceps nigricollis) a las salinas del Odiel, en Huelva. Les pillamos por los pelos; nos subimos al Deffender color desierto y nos encaminamos hacia allí. En la Estación nos habían prestado unos escarpines, y aunque alguien nos había recomendado meternos en el agua con pantalones para evitar hacernos daño, preferimos no hacerlo. Las salinas son un cenagal en donde el barro puede llegar hasta la cintura.

Un zampullín en una de las cajas, listo para ser liberado

Para cazar los zampullines, que son buceadores y necesitan mucho espacio para coger carrerilla para volar, barríamos la salina con redes hacia lo que se llama una "trampa con muerte", que no es otra cosa que un embudo. Por supuesto, no sufren ni se dañan.



Franki "vengándose" de un zampullín (Podiceps nigricollis)

A mí me tocó en una parte que no había que andar mucho, así que me empecé a hundir, y a hundir... Cuando llegó uno de los muchachos que iban recolectando los patos de la red, me dio un manojo de patos y me mandó a la orilla. Para entonces yo ya tenía el cieno por encima de las rodillas... y tuvieron que venir a sacarme ^^
Estuvimos recogiendo a los que se escapaban, correteando por la trampa para que entraran en el embudo (llamado "muerte") y El Loco quiso empezar otra pelea de barro. Nos embadurnamos bien...


Yo con marcas de guerra

Ya en la orilla se metían en cajones especiales y se trasladaban al otro lado del talud que rodeaba la salina, donde estaban los anilladores. Estuve bastante rato de secretaria, apuntando datos y aprendiendo a distinguir hembras, machos y jóvenes. Reinaba un buen ambiente con mucho cachondeo y bromas de todo tipo, animadas por la cerveza fresquita.

Después, cerca de las tres y media del mediodía, nos dieron de comer y nos fuimos todos a tomar algo.

Por la tarde, como la berrea ya estaba acabando y desde mi torre ya no se veían venados, me fui al andamio de Pomulates.

Al rato se nos sumó El Loco; Franki estuvo en el suyo con Aida de Conejos. Como no había mucha actividad nos entretuvimos con un macho de tortuga mora al que subimos al andamio.

Como era de esperar, se meó sobre El Loco. Estuvimos dando un minipaseo por los alrededores, porque era la penúltima tarde que estábamos allí.

El sábado fuimos por la mañana a desmontar los andamios y guardarlos para el año que viene, con un poco de pena. Nos pasamos el resto del día rellenando mapas y fichas de resumen de datos. A media noche, agotados de trabajo intelectual, nos fuimos a la laguna de Santa Olalla. Había luna llena, así que organizamos lucha libre en la arena.

Al día siguiente, domingo, nos fuimos a Badajoz, de vuelta... pasando por Córdoba,

para ver a Jero y Patri, y Aida y Kike, que habían ido antes.

Comimos muy bien en un restaurante de tapas y nos fuimos a una tetería. El turismo por el barrio judío fue muy agradable.




Ya de noche, llegamos a Badajoz. La aventura se acababa, se acababa...
Se acabó.

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