No suelo compartir cosas extremadamente personales aquí, pero hoy lo necesito. Así que recuerdo a los presentes que internet es absolutamente libre, y el lector también, y puede dejar de leer cuando quiera.
Recuerden, que este es mi blog y me lo ***** cuando quiera.
Sólo pensar en hacerlo me hace sentir los brazos pesados, los párpados inflamados, la garganta seca. Pero quiero gritar, salir chillando. Necesito explotar, aunque luego tenga que ir a buscar mis pedazos.
Parece como si me encontrara embadurnada en masa de mandioca en medio de un recipiente, rodeada de esa pegajosa y espesa sustancia. Y que cuando por fin, tras muchos esfuerzos, consigo dejar de hundirme, saco un brazo, saco una pierna y domino las circunstancias... en ese momento, alguien hubiera preparado más masa, y la echara por encima de mí, cubriéndome por completo. Me ahogo. No entiendo por qué pasan las cosas. Qué papel juego yo en todo esto. Me asfixio.
No sé qué puedo hacer. Los días pasan, pero no pasa nada. Y pasa todo, porque nada cambia. Y como nada cambia, parece que no puedo hacer nada. La calma tensa, la alerta permanente. Dormir con un ojo abierto, el oído atento. Los juegos de espías. El enigma constante.
Dicen que no te ocurren nunca cosas que no puedes soportar. Los límites humanos son increíbles, dicen. Pero la realidad es que a veces las personas se rompen, se pierden. Tengo miedo de que me pueda ocurrir eso a mí. Imagino que cuando se empieza a agrietar uno por dentro, todo cae en cascada. Me aterra que eso pueda pasarle a alguien. No quiero ser una ruina que se cae a pedazos. No quiero ser el tronco arrastrado por la corriente. Llevo muchos años luchando, muchos kilómetros robados a la muerte como para caer ahora.
Miro a mi alrededor. Sólo figuras borrosas. Algunas un poco más nítidas. Se acercan, pero enseguida se vuelven a alejar. Extiendo los brazos, busco donde apoyarme, pero mis dedos se cierran en el vacío nebuloso. A veces tropiezan con algo. ¿Un asidero seguro? Siempre es temporal. Se transforma. Se resbala. Desaparece. No sé siquiera si estuvo ahí.
No sé qué busco. Todo transcurre tan rápido que los movimientos emborronan la acción; y sin embargo, todo parece congelado en cada instante.
Mi abuela decía que era bruja. Quizás tenía algo de razón. No sabía lo que había escrito hasta que ha encajado con la realidad:
[...] Un ardid del destino,
ahogarnos en las grises aguas
antes de llegar a la mar. Heris, terrible, cruel madre del caos,
¡arrójanos a tus nubladas llamas
para no ver el profundo, negro abismo
que mañana nos ha de absorber!
¡Un trueno malherido
desgarra mi aliento
y mata mi entraña…
en la fresca mañana
cuando la duda eterna del no ser
y un futuro terror
empañan mis ojos.[...seguir leyendo]
Me hundo en mi puré de mandioca. Si abro la boca para pedir auxilio, o tan sólo para respirar, se me llena de masa y me asfixia. No puedo respirar.
Quiero salir.
No sabes como te entiendo. No tengo palabras de ánimo para ti por qué no las tengo para mi misma. Yo que siempre estoy ayudando a los otros hoy necesito que alguien me entienda que sepa ayudarme con mi dolor, es mío pero con un poquito de ayuda creo que sería más fácil.
ResponderEliminarSi te sirve de algo, tu ves una preciosa cascada. Yo veo un precipicio lleno de piedras y arisco. Ojalá algún día dejemos de sentir esto y veamos un prado lleno de flores :)
Gracias anónimo. Cuando escribí este post, no tuve fuerzas para contestar comentarios. Ahora puedo hacerlo, y te agradezco que estuvieras ahí.
EliminarUn saludo