Por ElConfidencial.com
Las harinas animales que estuvieron en el origen de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, afección degenerativa que causó 2.221 muertes en todo el mundo, podrán ser reintroducidas en el mercado si prospera la propuesta realizada por la Comisión Europea, que pretende levantar parcialmente la prohibición establecida para estos alimentos decretada hace 15 años.
Dicha propuesta, que avanza en su tramitación, ha sido considerada positivamente en un dictamen del Consejo Nacional de la Alimentación francés, siempre y cuando cumpla una serie de requisitos. Entre ellos, dichas harinas podrían utilizarse para alimentar a peces, aves y cerdos, pero no para el ganado.
Además, estos productos, que se rebautizarían como Proteínas Animales Transformadas (PAT) tendrían que ser fabricados a partir de restos de animales cuya muerte se haya producido en condiciones controladas. No podrían utilizarse animales de los que se desconozca su causa de fallecimiento o que hayan muerto por una enfermedad. Los PAT, por tanto, habrían de provenir de animales considerados sanos.
Intereses económicos y sanitarios
Tampoco podrían fabricarse los PAT con restos provenientes de la misma especie a la que se pretenden alimentar, lo que fue una de las causas principales, aseguran los científicos, de que se produjera el mal de las vacas locas, convertidas al canibalismo a través de la utilización de estas harinas en los piensos.
Si todas estas medidas se cumplen, es probable que veamos de nuevo en el mercado las harinas animales, a pesar de la oposición de numerosos grupos ecologistas y de gran parte de los expertos sanitarios. Sin embargo, en la medida en que muchas de las proteínas presentes en los piensos han de importarse, y que resultaría más barata la fabricación de proteínas animales, hay intereses económicos en juego que están siendo tomados en consideración.
Esta posibilidad está generando muchas reservas. En parte porque los ganaderos entienden que la limitación inicial a determinadas especies, como las aves, rápidamente dejaría de estar vigente, ya que entienden que el ganado sería el segundo paso. Además, sería difícil que se asegurase el cumplimiento de las condiciones fijadas por el CNA, ya que habrían de fijarse mecanismos de vigilancia efectivos. Y, en tercer lugar, está por verse que, a pesar de quedarse en los límites impuestos, la reintroducción de las harinas animales no cause problemas de salud. El CNA, no obstante, entiende que sería conveniente que volviesen al mercado “habida cuenta de sus ventajas nutricionales”.
Las harinas animales que estuvieron en el origen de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, afección degenerativa que causó 2.221 muertes en todo el mundo, podrán ser reintroducidas en el mercado si prospera la propuesta realizada por la Comisión Europea, que pretende levantar parcialmente la prohibición establecida para estos alimentos decretada hace 15 años.
Dicha propuesta, que avanza en su tramitación, ha sido considerada positivamente en un dictamen del Consejo Nacional de la Alimentación francés, siempre y cuando cumpla una serie de requisitos. Entre ellos, dichas harinas podrían utilizarse para alimentar a peces, aves y cerdos, pero no para el ganado.
Además, estos productos, que se rebautizarían como Proteínas Animales Transformadas (PAT) tendrían que ser fabricados a partir de restos de animales cuya muerte se haya producido en condiciones controladas. No podrían utilizarse animales de los que se desconozca su causa de fallecimiento o que hayan muerto por una enfermedad. Los PAT, por tanto, habrían de provenir de animales considerados sanos.
Intereses económicos y sanitarios
Tampoco podrían fabricarse los PAT con restos provenientes de la misma especie a la que se pretenden alimentar, lo que fue una de las causas principales, aseguran los científicos, de que se produjera el mal de las vacas locas, convertidas al canibalismo a través de la utilización de estas harinas en los piensos.
Si todas estas medidas se cumplen, es probable que veamos de nuevo en el mercado las harinas animales, a pesar de la oposición de numerosos grupos ecologistas y de gran parte de los expertos sanitarios. Sin embargo, en la medida en que muchas de las proteínas presentes en los piensos han de importarse, y que resultaría más barata la fabricación de proteínas animales, hay intereses económicos en juego que están siendo tomados en consideración.
Esta posibilidad está generando muchas reservas. En parte porque los ganaderos entienden que la limitación inicial a determinadas especies, como las aves, rápidamente dejaría de estar vigente, ya que entienden que el ganado sería el segundo paso. Además, sería difícil que se asegurase el cumplimiento de las condiciones fijadas por el CNA, ya que habrían de fijarse mecanismos de vigilancia efectivos. Y, en tercer lugar, está por verse que, a pesar de quedarse en los límites impuestos, la reintroducción de las harinas animales no cause problemas de salud. El CNA, no obstante, entiende que sería conveniente que volviesen al mercado “habida cuenta de sus ventajas nutricionales”.
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